“El apóstol de la igualdad de los derechos civiles” fue asesinado el 4 de abril de 1968
04042016.AGENCIAS.— ¡Al fin libres! ¡Al fin libres! ¡Gracias a Dios Todopoderoso somos al fin libres!”, fueron las últimas palabras que conformaron el discurso “Yo tengo un sueño” (I have a dream), considerado uno de los más importantes de la historia, pronunciado por Martin Luther King Jr., quien el 4 de abril de 1968 fue asesinado por James Earl Ray, en Memphis, Tennessee.
“El Apóstol de la igualdad de los derechos civiles”, Luther King, Jr., nació el 15 de enero de 1929, en Atlanta, Georgia, al sur de Estados Unidos.
Considerado como uno de los mayores líderes y héroes de la historia de Estados Unidos, el día de Martin Luther King Jr., es festejado cada año, el tercer lunes del mes de enero, para conmemorar la fecha de su nacimiento.
Luther King Jr. desde pequeño fue víctima de una sociedad segregacionista, lo que marcaría su activismo a favor de la igualdad para los afroamericanos. Detrás del hombre que luchó para acabar con las barreras raciales, se escondía un intelectual de excelente preparación y una especial capacidad retórica.
A los 19 años se graduó en sociología y tres años más tarde obtuvo una licenciatura en teología.
Posteriormente comenzó sus estudios de teología sistemática, por lo que obtuvo el grado de doctor en filosofía.
El activismo de Luther King Jr. comenzó en 1955, cuando fue elegido para liderar el boicot de autobuses de Montgomery, el cual se suscitó debido a que Rosa Parks, una figura importante por los derechos civiles en Estados Unidos, se negó a ceder el asiento a un hombre blanco y moverse a la parte de atrás del autobús, por cuya acción terminó en la cárcel.
La presión se incrementó en todo el país y el 4 de junio del siguiente año, el Tribunal del distrito dictaminó que las leyes raciales de Alabama –de la segregación en autobuses- eran inconstitucionales.
Desde un principio, la lucha de Luther King optó por la no violencia, pues había adquirido de la doctrina cristiana el “espíritu de la resistencia pasiva” y aprendido en la obra de Mahatma Gandhi que ésta puede ser empleada en los conflictos sociales y políticos.
El también pastor de la Iglesia bautista alentó a sus partidarios a soportar afrentas, encarcelamientos y demás actos violentos, con el propósito de hacer reaccionar, y al mismo tiempo impulsar a la nación, a erradicar la injusticia.
En 1963, uno de los más importantes en su trabajo por los derechos civiles, Martin Luther King encaminó su acción a la ciudad de Birmingham, Alabama, probablemente la más segregacionista del sur.
Aunque no hubo grandes progresos, se contabilizó una cifra récord de 2 mil 500 detenciones tras varias semanas de marchas pacíficas. Era un hecho que su labor había penetrado en la consciencia de personas blancas y negras.
El 28 de agosto del mismo año, Martin Luther King, Jr. encabezó una marcha por el trabajo y la libertad en la ciudad de Washington, en la que participaron cerca de 250 mil personas, blancas y negras.
Ahí, en las escalinatas del monumento a Abraham Lincoln, emitió su discurso más famoso “Yo tengo un sueño”, en el que fervientemente expresó su deseo de que en un futuro, el color de la piel no fuera obstáculo para la convivencia entre los seres humanos: “Yo tengo un sueño: que mis cuatro hijos vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel, sino por su reputación”.
Este discurso se convirtió en el punto culminante de la lucha de Luther King.
Su rechazo a la violencia le atrajo la enemistad del presidente Lyndon B. Johnson, cuando se pronunció contra la intervención de Estados Unidos en la Guerra de Vietnam, juzgándola el mayor obstáculo para el progreso de la patria.
La política pacifista se mantuvo al margen de los movimientos del “Poder negro” (Black Power) el cual propugnaba la autodeterminación de los negros, no en colaboración, sino en abierto enfrentamiento con los blancos.
No obstante, su lucha se vio “interrumpida” por las balas que le disparó James Earl Ray, en Memphis, Tennessee, cuando Luther King se alistaba para pronunciar un discurso.
Luther King se había hecho acreedor al Premio Nobel de la Paz en 1964 y tras su muerte le fueron otorgadas la Medalla Presidencial de la Libertad y la Medalla de Oro del Congreso de los Estados Unidos.