Así se forman las superbacterias más peligrosas
REPORTE ESPECIAL. — Las bacterias representan el 2 % de nuestro peso corporal. Se están haciendo fuertes por el mal uso y abuso de los antibióticos y por el cambio climático. Hoy en día, tratar una neumonía o cualquier otra sepsis (infección en la sangre) resulta cada vez más complicado: resisten al medicamento que antes funcionaba contra ellas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que hacia 2050 morirán 10 millones de personas al año a consecuencia de estos microbios multirresistentes.
Mientras la investigación da con fármacos de última generación, un acertado diagnóstico microbiológico en consulta, evitar automedicarse y respetar el ciclo de tratamiento son medidas que pueden ayudar a mantener esta resistencia a raya. Y también guardar la higiene adecuada que, con la covid-19, hemos hecho un máster.
Solo nos percatamos de su existencia cuando atacan, pero las bacterias están por todas partes. Para que nos hagamos una idea de la magnitud de su presencia, en una persona de unos 60 kilos, las bacterias suponen 1,2 kg de su peso total (un 2%).
Pero, además de vivir dentro de nosotros, forman parte de nuestra vida cotidiana: están suspendidas en el aire, en el organismo de los animales, en el pomo de la puerta, en el suelo que pisamos, en el agua… Muchos de estos microorganismos unicelulares son inofensivos y beneficiosos, ya que ayudan a realizar la digestión y nos dotan de inmunidad, pero algunos pueden volverse perjudiciales, causándonos infecciones peligrosas.
Eso sí, a todos nos tranquiliza saber que contamos con fármacos para combatirlos. Pero, ¿y si no los tuviéramos? Los tenemos, sí, pero el problema es que día a día, desde hace una década, se han vuelto menos eficaces.
Y no es culpa del fármaco, sino de la resistencia cada vez más fuerte que presentan las bacterias debida, principalmente, al uso inadecuado de los antibióticos y al cambio climático que favorece su crecimiento.
Una investigación de la Escuela de Salud Pública de Harvard y la Universidad de Toronto, publicada en 2017 en Nature, concluyó que el aumento de las temperaturas favorece el crecimiento de las bacterias, proporcionándoles la oportunidad de mutar y eludir los antibióticos, que dejan de ser efectivos.
Bacterias multirresistentes: cada vez más imbatibles
En Europa, según datos de las sociedades científicas, las muertes anuales debidas a infecciones causadas por bacterias supervivientes alcanzan ya las 33.000 personas, 3.000 de ellas en España.
Se nos acaba el arsenal de medicamentos que teníamos para atajar infecciones que incluso se pensaba estaban bajo control, como el caso de la tuberculosis.
Es cierto que la comunidad médica y científica está al tanto del problema que esto supone (dificultad para tratar con eficacia, más mortalidad, epidemias que se prolongan y más riesgo de infectar a otras personas), pero la sociedad no es tan consciente. Es importante que todos entendamos qué causa esta fortaleza creciente. Solo así podremos frenarla.
“Como cualquier otro organismo vivo, las bacterias evolucionan y siguen un proceso de selección natural al mutar. La inmunidad a los antibióticos, por tanto, es un fenómeno que ocurre de forma natural. Con el tiempo, las bacterias se adaptan a los medicamentos diseñados para matarlas y van cambiando para garantizar su supervivencia. Por eso, los tratamientos estándares para las infecciones bacterianas van siendo menos eficaces y, en algunos casos, no tienen ninguna eficacia”, explica Federico Gordo, jefe de Medicina Intensiva del Hospital Universitario del Henares.
Cuando hablamos de superbacteria nos referimos a cepas de bacterias supervivientes a la mayoría de los antibióticos habituales. Por ello los especialistas prefieren hablar de bacterias multirresistentes, es decir, que son imbatibles para muchos antibióticos.
“El tratamiento de las infecciones producidas por bacterias se basa en el tratamiento con el antibiótico para el que esa bacteria es sensible. Sin embargo, si esa bacteria es resistente a ese medicamento, no hará su función, es decir, no la matará. En este caso habrá que utilizar otro antibiótico distinto”, explica Emilio Díaz, coordinador del grupo de trabajo de enfermedades infecciosas y sepsis de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, Crítica y Unidades Coronarias (SEMICYUC).
Por lo tanto, si nos enfrentamos a una bacteria multirresistente es probable que tengamos dificultad para encontrar un fármaco capaz de curar la infección.
Las superbacterias más peligrosas
¿Cuáles son exactamente las bacterias que pueden presentar esos poderes? La OMS ha publicado una lista de patógenos en la que se incluyen las 12 familias de bacterias más peligrosas para la salud humana, clasificadas en prioridad crítica, elevada o media.
De esta lista hay que destacar la amenaza que suponen las bacterias gramnegativas, con una capacidad innata de encontrar nuevas formas de sobrevivir a los tratamientos y que pueden transmitir material genético a otras bacterias para hacerlas farmacorresistentes.
En este grupo de prioridad crítica se encuentran también las bacterias especialmente peligrosas en los hospitales y entre los pacientes que tienen que ser atendidos con respiradores o catéteres intravenosos.
No es lo mismo llegar al hospital con una neumonía que traes de casa que acudir con otra patología y, una vez allí, infectarte de neumonía. Los gérmenes son distintos, y los que circulan por el centro hospitalario, más peligrosos.
Se trata de bacterias que se dan mayoritariamente en el medio sanitario y producen infecciones que no estaban presentes en el momento del ingreso del paciente. “Existen tanto dentro como fuera del hospital, pero se suelen producir con más asiduidad en ellos”, explica Emilio Díaz.
Muchas son bacterias que se encuentran en nuestro entorno, pero entran en el cuerpo, donde se hacen fuertes, a través, por ejemplo, de los catéteres o las vías de suero. “Cuando los médicos tratamos una infección adquirida en el centro siempre contamos con que puede proceder de bacteria multirresistente. Por ello, intentamos llevar un control de las bacterias que circulan por él para saber tratar esas infecciones cuanto antes”.
Alicia Barbero, especialista en Microbiología y Parasitología Clínica, enumera las bacterias oportunistas que pueden producir infecciones graves:
?? Acinetobacter. Se manifiesta sobre todo en infecciones respiratorias. La Acinetobacter baumannii es responsable del 80 % de las infecciones hospitalarias.
?? Pseudomonas. La Pseudomona aeruginosa crece en áreas húmedas (fregaderos, lavabos, piscinas poco cloradas, jacuzzis), y en soluciones antisépticas caducadas o inactivadas.
?? Enterobacterias como Klebsiella, Escherichia coli (E. coli), Serratia y Proteus. Estos microorganismos se encuentran en el tracto intestinal de humanos y animales e infestan a personas cuya resistencia a la infección está debilitada o llevan un dispositivo médico (catéteres, drenajes y tubos de las vías respiratorias).
Todas ellas pueden provocar infecciones en la sangre (sepsis) o neumonías, porque han ido adquiriendo un escudo ante muchos antibióticos, como los carbapenémicos y las cefalosporinas de tercera generación, “los mejores y más potentes disponibles para tratar las bacterias multirresistentes”.
De todas ellas, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas señala como las más mortíferas en España la Escherichia coli (25,8 %), la Pseudomonas aeruginosa (11, 4 %) y la Klebsiella pneumoniae (3,9 %). También menciona otras bacterias, con categorías de prioridad alta y media, que provocan enfermedades como la gonorrea o las intoxicaciones alimentarias por Salmonella.
Cómo consiguen su ‘superpoder’
La resistencia es la capacidad natural o adquirida que tiene la bacteria para tolerar los efectos del antibiótico. Por ello, hay que hablar de dos tipos de resistencia:
Resistencia intrínseca. Propiedad específica de las bacterias, su aparición es anterior incluso al uso de los antibióticos. Esto quiere decir que hay bacterias de una misma especie que son inmunes a algunas familias de antibióticos (esto puede suceder por varios motivos, por ejemplo, pueden poseer barreras naturales que evitan que el agente antibacteriano actúe al ser imposible alcanzar su objetivo), lo que les permite sobrevivir en caso de que se emplee ese antibiótico contra ellas porque simplemente el fármaco no puede penetrar en su interior. Esta resistencia no se ve influenciada por el abuso de antibióticos.
Resistencia adquirida o secundaria. Se produce tras un cambio en la composición genética de la bacteria, bien por mutaciones que generan cambios en la secuencia de bases de cromosoma (es decir, que son capaces de cambiar su estructura química para que el antibiótico ya no haga efecto), o bien, por la trasmisión de material genético resistente que procede de otras bacterias. Cada vez que tomamos antibióticos, las bacterias van adquiriendo este superpoder, por lo que consumirlos de manera irresponsable provoca que las infecciones sean cada vez más difíciles de tratar. Y, además, estas bacterias que han creado resistencia se pueden transmitir a otra persona, lo que hace que el problema de inefectividad del antibiótico se extienda entre la población.
(Publicada el 26/09/2021 /Publicado originalmente por Verónica Palomo)
Terapia de sonido para atacar super bacterias
La siguiente frecuencia atacará a las bacterias que hayan mutado y que sean super resistentes a los antibiolticos. El alivio se puede encontrar colocando este sonido o frecuencia en una parte del cuerpo con la ayuda de unos audifonos. Deja que corra y siente la diferencia. Una vez que hagas esta acción deberas tomar al menos medio litro de agua para eliminar las toxinas que se hayan desprendido de tu organismo.
Frecuencias de Rife fueron desarrolladas a través de la máquina Rife que fue creada por Royal Raymond Rife en la década de 1920. Él era un científico estadounidense. Rife y sus seguidores dicen que cada enfermedad o condición tiene su propia frecuencia electromagnética.