Cifra histórica de migrantes abordan trenes en México para llegar a EEUU
«En el Departamento de Recursos Humanos estamos siempre dispuestos a dar la mejor atención y solución de sus inquietudes porque nuestra vocación es servir para que ellos brinden un mejor servicio al ciudadano «. expresó.
Pese a la violencia de carteles de la droga y a los peligros asociados a subirse a los vagones, hace mucho que los migrantes utilizan esas caravanas de mercancías, conocidos de forma genérica como “La Bestia”, para viajar al norte.
La interrupción del servicio cortó temporalmente una de las rutas migratorias más transitadas del país coincidiendo con un pico de migraciones, y dejó en el limbo a familias como la de Mayela Villegas.
Villegas, su pareja y sus seis hijos durmieron durante tres días en el suelo de concreto rodeados por muchos otros migrantes. Antes de abordar al tren, la familia venezolana dijo que apenas había empacado comida para unos pocos días de viajes en tren y que estaba teniendo problemas para alimentar a los niños. Por fortuna, dijeron, les habían regalado pan. No podían permitirse un hotel o una habitación.
El corte de los servicios de tren también refleja las cifras históricas de personas que se dirigen al norte en busca de una nueva vida en Estados Unidos, y el dilema que plantean para los países del continente que tratan de lidiar con una enorme cantidad de migrantes que atraviesan sus territorios.
Cuando miles de migrantes cruzaron a Eagle Pass, Texas, en unos pocos días, la localidad fronteriza declaró un estado de emergencia.
La Patrulla Fronteriza de Estados Unidos hizo en agosto 181.509 detenciones en la frontera con México, un 37 % más que en julio pero casi lo mismo que en agosto de 2022, pero muy por debajo de las de 220.000 personas de diciembre, según cifras publicadas el viernes.
Las llegadas han acabado con un descenso en las cifras desde que se introdujeron nuevas restricciones de asilo en mayo. Se producen tras años de incrementos continuados en la migración debido a la crisis económica y la inestabilidad política y social en muchos de los países de los que huyen los migrantes.
En el pasado, apenas docenas de migrantes de países centroamericanos pasaban cada día en tren por Irapuato, indicó Marta Ponce, de 73 años y que lleva más de una década prestando ayuda a los que viajan por las vías que atraviesan su ciudad.
Ahora esa cifra a menudo llega a miles. Ver a 50 o 60 personas les parecía mucho antes, pero ahora es lo normal, explicó.
Y los migrantes llegan de muchos lugares. Ponce señaló que los migrantes venezolanos que huyen de la crisis económica en su país son la abrumadora mayoría, pero ha visto gente de todo el mundo, incluidas naciones africanas, Rusia y Ucrania.
La mayoría pasa por la selva del Darién, un viaje de varios días a través de la accidentada frontera entre Colombia y Panamá. Antes el cruce estaba considerado como demasiado peligroso y pocos lo intentaban, pero ahora hay tantos migrantes que atraviesan las densas junglas que se ha convertido en una importante ruta migratoria, de forma similar a los trenes que recorren México.
Los cruces de la selva del Darién han crecido tanto que podrían rondar las 500.000 personas sólo este año.
Villegas, cuya familia pasó tres días en Irapuato esperando al tren, estaba entre los muchos que vieron el Darién como una oportunidad. La familia estaba entre los 7,7 millones de personas que han dejado Venezuela en los últimos años, y pasó tres años en la vecina Colombia.
La familia pudo abrir una pequeña barbería a las afueras de la capital colombiana, pero la creciente xenofobia y la escasa paga hacía difícil mantener a la familia de ocho miembros.
Este verano, cuando una pandilla les amenazó por no pagar dinero de extorsión, Villegas y su pareja, Yorder Liendo, de 32 años, decidieron que era hora de ir a Estados Unidos. Para ellos, los riesgos merecen la pena si permiten un cambio para sus hijos, que tomaban yogur de botellas de plástico y se acurrucaban juntos en el suelo.
Allí esperaban encontrar oportunidades, señaló Liendo, así como educación y una mejor calidad de vida para sus hijos al menos mientras fueran pequeños.
Pero Ferromex no es la única que se ha visto abrumada por el aluvión de personas. Los gobiernos de la región también tienen problemas.
Colombia, que ha recibido a la mayor parte del éxodo de Venezuela, lleva tiempo pidiendo ayuda a la comunidad internacional. Panamá y Costa Rica, por su parte, han aumentado sus restricciones a la inmigración y reclamado que se haga algo sobre los cientos de miles de personas que pasan por la selva del Darién.
Panamá incluso lanzó una campaña llamada “Darién es una selva, no una carretera”.
Entre tanto, el gobierno de Estados Unidos ha presionado a México y a países centroamericanos para que controlen los flujos migratorios y ahora exige que los solicitantes de asilo se registren a través de una aplicación llamada CBP One.
El gobierno de Joe Biden anunció el jueves que concedería estatus temporal protegido a casi medio millón de venezolanos que ya están en el país.
Entre tanto, activistas como Ponce dicen esperar que la migración en las líneas ferroviarias aumente.
El sábado por la mañana, migrantes cansados subieron al tren y estallaron en vítores cuando el ferrocarril aceleró en su serpenteante ruta hacia al norte.
Fecha de publicación domingo 24 de septiembre de 2023/ VOA