Nov 28, 2024

CIUDAD DE MÉXICO. MX.— El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, se encuentra ante un gran dilema. Por un lado, a menos de nueve meses de las presidenciales, debe sintonizar con la actitud de desprecio popular hacia Donald Trump que se palpa en cada ciudad mexicana. Es lo mínimo que puede hacer para ayudar al probable candidato del PRI en las elecciones, su propio ministro de Hacienda, José Antonio Meade.

Meade necesita una mejora de la pésima valoración de Peña Nieto en los sondeos –entorno al 20%– o, al menos, del legado de su sexenio. Y eso no se conseguirá si el presidente se percibe como un hombre flojo ante las agresiones de Trump. Pasa lo mismo con el segundo presidenciable del PRI Miguel Osorio, actual ministro de Gobernación.

El destape del candidato se producirá el 14 de diciembre

Sin embargo, por otro lado, Peña Nieto debe hacer todo lo posible para limar las asperezas con el presidente estadounidense y evitar la ruptura del Tratado de Libre Comercio (TLC) que ha convertido la economía mexicana en una gran plataforma de exportación hacia EE.UU. México, que apenas tiene otros mercados, se juega mucho más que EE.UU. en las negociaciones que terminarán a principios del año próximo. Según el Peterson Institute en Washington, el colapso del tratado apenas afectaría al crecimiento económico en EE.UU. pero restaría un punto entero al de México y hundiría el peso.

“Un recesión tras la caída del TLC no sería el fin del mundo. La economía se recuperaría pronto”, calcula el economista Gerardo Esquivel del Colegio de México. Pero el daño político para las campañas de Meade u Osorio sería importante.

Otro brote de la inflación que ha ido mermando el poder adquisitivo del votante mexicano desde los odiados gasolinazos de principios de año sería electoralmente desastroso. Lidiar con este dilema no es fácil.

Mucha gente cree que Peña Nieto no va a lograr ninguno de los objetivos. “Creo que hay un 80% de las posibilidades de que el TLC se hunda”, opina Esquivel. Al mismo tiempo, el candidato más fuerte en estas elecciones es el veterano de izquierdas Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que sí critica con fuerza al presidente estadounidense y acaba de publicar el libro Oye, Trump.

No es que haya una enorme confianza en AMLO, que ya ha perdido tres elecciones, aunque probablemente sea por culpa de un fraude electoral. Pero su imagen de outsider, expulsado de un sistema político profundamente corrupto, le da muchos puntos. “Todos nos han chingado. Hay que darle la oportunidad a AMLO para que nos chingue también”, ironizó con la inconfundible mordacidad Osmar Domínguez, transportista de Chiapas.

Meade, en cambio, es un insider que se encuentra con el mismo dilema que Peña Nieto. Si se mete con Trump, pondrá en peligro las negociaciones sobre el TLC en las que él mismo participa.

Tiene que actuar con discreción. Pero en estos momentos en México nadie quiere ser discreto.

Tal vez sólo hay una persona que puede ayudar. Se llama Luis Videgaray y sus estrechas relaciones con Jared Kushner , el yerno y asesor más allegado de Trump, le han merecido un puesto de máximo poder en el gabinete de Peña Nieto. Videgaray probablemente sería candidato a las elecciones de no ser por Trump. Porque cuando coordinó una reunión entre los dos presidentes durante la campaña electoral en EE.UU. perdió toda su credibilidad ante el electorado. Fue cesado de su puesto de secretario de Hacienda y parecía que su carrera política terminaría para siempre con una inevitable victoria de Clinton. Pero ganó Trump y Videgaray se convirtió en un gran activo gracias a su amistad con Kushner. Si logra salvar el TLC, puede allanar el camino de Meade a la presidencia.

“La impunidad es total”, señala José Romero, economista del Colegio de México en referencia al caso Videgaray y Kushner “han trabajado en los bastidores como los consigliere de dos familias rivales de la mafia”, escribió con agudeza el periodista Jon Lee Anderson en The New Yorker.

Es difícil descifrar las estrategias de la mafia y lo mismo puede decirse del encuentro presidencial en Ciudad de México. Trump pareció hacer un guiño a Peña Nieto al decir lo siguiente sobre las negociaciones comerciales: “Yo quería adoptar los aranceles pero (…) Jared confía en que ustedes encuentren un acuerdo a través de Luis (Videgaray)”.

Videgaray (49 años) es uno de los cachorros del PRI que volvió a la presidencia en el 2012 tras dos sexenios en la oposición, una excepción a su largo monopolio del poder. Ha sido un estrecho colaborador de Peña Nieto desde que ganó la gobernaduría del Estado de México, el gran feudo del PRI, en el 2005. Luego, diseñó la maquiavélica campaña presidencial del 2012. Cursó un máster en el Instituto de Tecnología de Massachusetts mientras Kushner estudiaba Derecho en la colindante Universidad de Harvard.

Según el director de un influyente periódico mexicano, quien facilitó el contacto entre Videgaray y Kushner fue Emilio Lozoya, otro licenciado por Harvard, expresidente de Pemex y arquitecto de su privatización. Es otro cachorro del PRI pero en estos momentos está bajo investigación por corrupción en el caso Odebrecht. Ahora se ha sabido que presionó al fiscal general para que no investigase su caso.

“La impunidad es total”, señala José Romero, economista del Colegio de México en referencia al caso.

Aunque AMLO lidera los sondeos, nadie quiere infravalorar las artes mágicas y oscuras de Videgaray para resolver las disputas con EE.UU., ni tampoco las artes aún más oscuras del PRI para ganar elecciones. “La mayoría de los mexicanos quiere un cambio –continua Romero–, pero el PRI usará su maquinaria para no perder.” Es más , como bien sabe Videgaray, “AMLO jamás ha ganado porque EE.UU. no quiere que gane ”, sentencia.

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(Fecha de publicación 20112017 con información de ANDY ROBINSON)

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