Empresa trasnacional registra más de 1,300 alimentos con “copyright”
CIUDAD DE MÉXICO. MX.— Es muy probable que parte de lo que hoy comas provenga de una semilla mejorada por métodos tradicionales o de ingeniería genética, bien puede ser el maíz de la tortilla de tu taco, el chile de la salsa que tanto te gusta o la fruta de tu agua favorita. Y de ser así, debes saber que en 90% de los casos hay una empresa trasnacional que tiene la exclusividad para comerciar con esa semilla, porque en México las semillas también tienen “copyright’”
En el país hay mil 487 registros de propiedad intelectual vigentes que amparan variedades derivadas de 119 especies agrícolas, frutales, de hortalizas y ornamentales. Poco más de la mitad se autorizó en lo que va de este sexenio.
Los cultivos con más semillas registradas hasta el momento son el maíz (253 títulos), la rosa (111), la fresa (98), el arándano (58) y el sorgo (50), según cifras del Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS), órgano que concede estos derechos.
Desde 1996, México permite a los inventores de nuevas semillas explotarlas de forma exclusiva y temporal como premio a los recursos que invierten para lograrlo. No son propiamente patentes, porque la Ley de la Propiedad Industrial prohíbe patentar las variedades vegetales, sino “títulos de obtentor”.
Aunque ambos esquemas jurídicos resguardan los derechos del inventor sobre su descubrimiento, el “título de obtentor” es más flexible al permitir que un tercero utilice la semilla modificada para derivar a partir de ella otra nueva, siempre y cuando pague las regalías que corresponden al propietario.
En el caso de la patente no es así, pues incluso protege las variedades derivadas de la semilla registrada, explica el ingeniero bioquímico Luis Herrera Estrella.
Alimentos
El genetista Alejandro Espinosa Calderón añade que el poder monopólico que otorga la patente es tal que prohíbe a los productores que adquieren las semillas guardar una parte para usarla en futuras siembras.
A raíz del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), México ingresó hace 20 años a la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV), una organización intergubernamental con sede en Ginebra, Suiza, que protege las nuevas semillas descubiertas.
Los países miembros se colocan en dos posibles esquemas: el UPOV 78 o el UPOV 91. El primero, en el que se encuentra México, no patenta, mientras que el segundo sí.
Espinosa, quien también es miembro de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS), indica que hay muchas presiones por parte de las grandes corporaciones de semillas para que México cambie al esquema UPOV 91 y la renegociación del TLCAN podría abrir una ventana para que esto ocurra.
No son transgénicos
Los especialistas señalan que no todas las variedades vegetales son transgénicos. De hecho, en un país como México donde su cultivo aún es motivo de disputa en tribunales, la gran mayoría de las semillas registradas en el SNICS son producto de métodos tradicionales de selección genética, usando solo plantas de la misma especie sin llegar a la transgénesis.
Este tipo de semillas mejoradas de forma clásica es empleado por el 29% de los productores. Sin embargo, en términos de superficie, abarcan el 68% del área sembrada en el país, revela el “Reporte sobre las condiciones de competencia en el sector agroalimentario” elaborado por la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) con cifras del Inegi.
Los cultivos que más emplean este tipo de semilla son el jitomate (96%), el trigo (94%), la calabacita (89%), la papa (87%), la cebada (87%), el elote (81%), el frijol (56%) y el maíz (53%).
Ganar terreno a las trasnacionlaes
En número de variedades registradas, el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), una institución pública, es el que tiene el mayor número, pero si hablamos del porcentaje de uso, 90% de las semillas mejoradas en el mercado está en manos de trasnacionales. El otro 10% corresponde a variedades registradas por empresas nacionales y universidades públicas, indica Luis Herrera.
Para el investigador del Laboratorio Nacional de Genómica para la Biodiversidad del Cinvestav, el problema con muchas de las variedades que registra el Inifap y otras instituciones públicas es que no son suficientemente competitivas. “Habría que establecer como política pública que solo se registren variedades que efectivamente tienen un mercado”, sostiene.
Alejandro Espinosa coincide en que las instituciones públicas deben contribuir para que México no dependa de las trasnacionales en cultivos tan estratégicos como el maíz, el tomate o el chile. Sin embargo, al día de hoy casi 90% de las semillas que se comercializan en México están en poder de estos corporativos.
“Quien controla las semillas, controla los alimentos. Y quien controla los alimentos, controla los países enteros”, sentencia Espinosa
(Fecha de publicación 20082017)