Especialistas analizaron sucesos económicos del norte de México a través de la historia
HERMOSILLO, SONORA.MX.— Durante cinco días, del 29 de agosto al 2 de septiembre, investigadores en el campo de la historia económica, empresarial y agrícola se reúnen en Hermosillo, Sonora, para reflexionar sobre temas como sustentabilidad, ecología y empresas agrícolas en la región norte de México, vistos a través de los ojos de un género de la historia que cobró auge entre los años 70 y 80 del siglo XX, para identificar problemáticas y retos, y desde la academia generar un conocimiento que incidiera en las políticas públicas.
Se trata de la XI Semana de Historia Económica del Norte de México, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) a través del Centro INAH Sonora, el Departamento de Economía de la Universidad de Sonora, la Asociación de Historia Económica del Norte de México y El Colegio de Sonora, con apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
El historiador Juan José Gracida Romo, coordinador del encuentro académico por parte del INAH, detalló que la Semana de Historia Económica del Norte de México surgió de la motivación de contar con un mecanismo que permitiera a colegas de distintas instituciones de educación superior y de diferentes latitudes, dedicados al estudio de la región norte, intercambiar conocimientos, compartir resultados de investigación y ponerse al día en la materia.
El estudioso advierte que si bien la principal aplicación de la historia económica ha sido la académica, a nivel superior y de posgrado, los gobiernos federal, estatal y los empresarios, cada vez más, acuden al conocimiento de los investigadores para emprender políticas públicas o empresariales.
El norte es una región escasamente investigada, dice José Gracida, hasta finales del siglo pasado comenzó a valorarse y conocerse sus particularidades, a pesar de que es el área de mayor desarrollo del país. Los analistas han dividido a México en tres regiones, explica el investigador: la sur-sureste, que presenta menor desarrollo; la centro, destinada al mercado interior y más densamente poblada, y la norte, que desde finales del siglo XX se consolida como más dinámica y moderna.
Por ejemplo, destaca, en todo el siglo XX fue relevante rescatar la historia de la producción agrícola del norte porque se colocó como la más importante del país a partir del cultivo del “oro blanco”, principal producto de exportación durante 20 años que permitió generar las divisas para financiar la industrialización del país.
Más que la minería, el algodón de Matamoros, Tamaulipas; Mexicali, Baja California; la Comarca Lagunera de Coahuila; Delicias, Chihuahua, y la Costa de Hermosillo, Caborca y Valle del Yaqui, en Sonora, fue el principal recurso para obtener divisas por exportaciones.
Por otra parte, José Gracida recuerda que en esta zona del país es donde se asentaron las maquiladoras extranjeras, como plantas ensambladoras de autos, las productoras de motores, cuyo impacto al mercado interior ha sido muy pobre, básicamente por la poca integración productiva, lo que se traduce principalmente en salarios, pero en cambio con externalidades negativas en lo ecológico y social.
El hecho de estar cerca de Estados Unidos también ha generado un impacto cultural en las sociedades norteñas, principalmente en los estados que están en la línea fronteriza, porque se quiera o no hay un vínculo cotidiano, dice el especialista, por ejemplo de la población de Nogales (Sonora), Ciudad Juárez (Chihuahua), Nuevo Laredo y Matamoros (Tamaulipas), con Nogales y Tucson (Arizona); Albuquerque (Nuevo México); El Paso y Austin (Texas), o de Tijuana (Baja California) con San Diego (California), metrópolis cercanas, mientras la capital mexicana queda a tres mil 200 kilómetros de distancia.
Se trata de una relación que comenzó durante el Porfiriato, con la entrada del ferrocarril y las mineras, y que no ha terminado, sino continua madurando, dice el historiador para quien existe una zona intermedia entre la región norte de México y el sur de Estados Unidos, que abarca la zona fronteriza mexicana y la zona fronteriza norteamericana: una tercera región con sus particularidades culturales.
Asimismo, el historiador considera que las culturas de las ciudades fronterizas están vivas, con un regionalismo y nacionalismo muy fuertes y también transformando sus expresiones por el contacto con el otro; por ejemplo, ocurre en el lenguaje con el spanglish. Sin embargo, el norteño está contento con lo que es y por pertenecer a una sociedad y cultura vivas.
Actualmente en la XI Semana de Historia Económica del Norte de México se desarrolla un seminario en El Colegio de Sonora, sobre empresarios, empresas y producción agrícola en el norte y noroeste de México.
FECHA DE PUBLICACIÓN.01092016