Nov 22, 2024

Estudio advierte de extinción masiva de especies esta vez provocada por el hombre

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El último baiji, o delfín chino de río, confirmado murió en 2002. / CC Wikipedia / Roland Seitre

La paloma migratoria, el tigre de Tasmania, el baiji o delfín del río Yangtsé son algunas de las víctimas recientes de lo que muchos científicos han declarado como la sexta extinción masiva; esta vez, producida por el hombre.

 

Al consenso de que la acción humana está acabando con especies de vertebrados a un ritmo mucho más acelerado que al que desaparecerían de otro modo, se suman los resultados de un análisis de la Universidad de Stanford (EE UU) y la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicado esta semana en Proceedings of the National Academy of Sciences.

 

El trabajo muestra que la crisis puede ser aún más profunda, ya que, hasta ahora, se hacía fundamentalmente hincapié en las extinciones de especies. Esta investigación comprueba, sin embargo, que algunas de las más recientes desaparecidas fueron también el último miembro de su género, la categoría superior en la que los taxónomos clasifican las especies.

Gerardo Ceballos, investigador principal del Instituto de Ecología de la UNAM, y Paul Ehrlich, profesor emérito de Estudios de Población en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Stanford, han descubierto que se están perdiendo ramas completas en lo que denominan una “mutilación del árbol de la vida”.

 

La tasa actual de extinción de géneros de vertebrados supera en 35 veces la del último millón de años, según el estudio. Al paso que lleva la aniquilación de fauna en los pasados cinco siglos, la influencia humana en la actual crisis ambiental resulta innegable.

 

Ante la consulta de SINC, el investigador Gerardo Ceballos asegura que utilizar la noción del “árbol de la vida, como le llamó Charles Darwin, es una manera sencilla para entender la complejidad» de la vida.

 

“El árbol de la vida significa básicamente dos cosas —continúa—; la primera es la relación evolutiva de los seres vivos, es decir, en el árbol de la vida, la posición de las ramas indica qué tan cercana es la relación de una especie o género con otros y otras”.

 

Por otro lado, “el grosor y la posición de las ramas determinan el impacto que tiene la extinción de géneros o especies en la evolución de la vida en la Tierra, así como en el bienestar de los humanos”, explica.

 

“Usar el árbol de la vida en este estudio nos permite visualizar que la extinción de géneros está causando un impacto severo en la diversidad biológica del planeta”, subraya.

 

Según describe Ceballos, “a largo plazo, estamos abriendo una gran brecha en la evolución de la existencia en el planeta”. Pero, además, “en este siglo, lo que le estamos haciendo al árbol de la vida causará mucho sufrimiento a la humanidad”.

 

Por su parte, Ehrlich, que también es miembro emérito del Instituto Woods de Stanford para el Medio Ambiente, añade: “Lo que estamos perdiendo son nuestros únicos compañeros vivos conocidos en todo el universo”.

 

Aniquilación biológica

Gracias a la información sobre el estado de conservación de las especies elaborada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y Birdlife International, entre otras listas y bases de datos fidedignas, los autores han podido evaluar la extinción a nivel de género.

 

A partir de esas fuentes, los autores examinaron 5 400 géneros de animales vertebrados terrestres, que comprenden 34 600 especies. Según se reseña en el trabajo, desde el siglo XVI se han esfumado 73 géneros de este grupo de animales. Las aves sufrieron las mayores pérdidas, con 44 extinciones de géneros, seguidas por los mamíferos; luego, los anfibios y los reptiles.

 

El artículo se centra en la tendencia o magnitud de la pérdida, ratifica Ceballos: “A las extinciones de hace millones de años se les llama extinciones normales o extinciones de fondo. En el estudio indicamos que, por ejemplo, las aves sufrieron una tasa de extinción 50 veces mayor en tiempos recientes que la que ocurrió durante los últimos millones de años”.

 

Si se hubiera seguido la tendencia histórica, “se esperaría que se hubiera extinguido un género de aves en los últimos 500 años; sin embargo, se perdieron 44 genes”, argumenta.

 

Los géneros que se extinguieron en los últimos cinco siglos “deberían haber desaparecido en 26 100 años”, lo que significa que “en el Antropoceno, las extinciones se han acelerado de una manera verdaderamente alarmante”, expresa.

 

En otras palabras, en cinco siglos, la acción humana ha desencadenado una oleada de extinciones de géneros que, de otro modo, habrían tardado miles de años en acumularse. Este fenómeno es el que el artículo llama una “aniquilación biológica”.

“Como científicos, tenemos que tener cuidado de no ser alarmistas”, reconoce Ceballos. No obstante, la “gravedad de los hallazgos”, en este caso, exige un lenguaje más contundente de lo habitual, según admite. “No sería ético dejar de explicar la magnitud del problema, ya que nosotros mismos, así como otros investigadores, estamos alarmados”, confiesa.

 

Pérdidas para las que faltan palabras

A muchos niveles, las extinciones de géneros afectan más que las de especies. Cuando una especie desaparece, explica el experto, otras especies de su género pueden desempeñar al menos parte de su función en el ecosistema. Y como esas especies conservan una porción del material genético de sus primas extinguidas, también mantienen algo de su potencial evolutivo.

 

Como en el árbol de la vida, si se cae una sola “ramita” (una especie), otras cercanas pueden ramificarse con relativa rapidez, llenando el vacío, como lo habría hecho la original. En ese caso, la diversidad de especies del planeta permanece más o menos estable.

Fecha de publicación  domingo 24 de septiembre de 2023/ Agencia Sinc

 

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