Familia detiene construcción del muro fronterizo sobre su propiedad
WASHINGTON, D.C.- — El caso Ramírez-Trump, una demanda interpuesta por el señor Ramiro Ramírez al presidente de los Estados Unidos, en marzo 14 de 2019, ante la corte del Distrito de Columbia, en Washington, tuvo un final inesperado pero feliz.
La demanda, que se hizo bajo la tutela legal de los abogados de la organización Earthjustice, en nombre de la familia Ramírez, solicitaba que el muro fronterizo, que el presidente Trump ha pedido levantar a lo largo de la frontera Sur, no se construyera sobre la propiedad de la familia Ramírez, ya que este dañaría las tumbas de sus parientes y una iglesia que data de hace más de 100 años.
La solicitud, para sorpresa del demandante, fue ampliamente apoyada por los dos partidos en la Cámara de Representantes, y finalmente fue aprobada, con lo que de esta manera su propiedad, en la que están las tumbas de sus familiares así como una capilla, están a salvo.
«Creímos que no nos iban a poner atención pero gracias a Dios nos dieron las noticias de que no van a pone el muro», dijo el señor Ramírez a la Voz de América, en una entrevista telefónica.
Junto a la familia Ramírez, entran en la demanda la comunidad indígena Nación Carrizo / Comecrudo de Texas, cuyos antepasados habitaron el Valle del Río Grande durante siglos y cuyos sitios sagrados culturales y de entierro se verían amenazados por nuevas secciones del muro fronterizo.
Elsa Hull, una terrateniente en la frontera; Joe Hein, un ranchero en Zapata; el Centro de Estudios Internacionales de Río Grande, una organización sin fines de lucro con sede en Laredo, Texas, que trabaja para proteger la cuenca del río Bravo; y Greenlatinos junto al Consejo Laboral para el Avance Latinoamericano.
Según el comunicado de la asociación Earthjustice, «el presidente ha ido más allá de sus poderes constitucionales al tomar medidas que pisotean el poder del Congreso para decidir cómo se gastan los impuestos de los ciudadanos, específicamente al declarar la construcción del muro como una «emergencia nacional».
«Esa no es una emergencia, acá no hay nada que amenace nuestra seguridad» alega el señor Ramírez.
«Vivo a tres minutos del Río Grande y donde vivo tengo mi familia, mis tres hijas y mi señora, cree usted que dejaría yo a mi familia si hubiera algún problema o peligro para ellas, eso es falso, quizá en otros lugares, pero acá en el sur de Texas no es así», aseguró Ramiro a la VOA.
Fecha de publicación 24/dic/2019 (VOA)