IMÁGENES 19: El deporte nacional

HERMOSILLO, SONORA. MX.— Era ya viernes al caer la tarde así que la vida en nuestra cuadra era reposada. Ninguno de nosotros tenemos menos de 21 así que nadie se acicalaba para una noche de fárrago en discotecas y antros. Tranquilos después de haber vivido la vida mexicana en tiempos electorales, escogimos para su discusión otro tema, latente y doloroso que no es el fútbol.
El cotarro se iba poblando con esos inveterados pájaros que, cada uno con su taza de café, nos dedicamos a comentar los sucesos de cada tercer día. No se crea que por ser provincianos la vida pasa sin altibajos. Acá sabemos que los periódicos y noticiarios locales sirven para dar de comer a seis, ocho reporterillos del canal, de la radio, de los diarios y semanarios que hurgan entre la nota roja y los boletines de prensa de Palacio y por lo mismo alegan que su libertad de expresión está intacta…
“Lo intacto es la noticia de lo que sucede a la gente. Estamos acostumbrados al masaje de la prensa local. Si te fijas bien –comenzaba la panista del grupo—las noticias es un mundo vacío; no sé si de veras nada sucede o si Palacio quiere que nada se sepa…” Uno de los priistas interrumpió diciendo: “… Ya lo había retratado Carlos Monsiváis (a lo mejor Jorge Ibargüengoytia, perdónenme pero de eso hace muchas lunas) con estas palabras <El circular mundo de provincia> donde las cosas se repiten y repiten porque nada debe cambiar”. “Es cierto – apuntó la pesista- si vas a los cafés del mercado municipal y escuchas a los ancianos de siempre, te darás cuenta que regresan a los temas de antes que son los de hoy y serán los de mañana” Terció el perredista acelerado: “Que es lo mismo de los boletines oficiales (un milloncito gastado acá otro milloncito allá y así se la llevan), sólo que en éstos se usa un lenguaje inflado del que los comensales de Don Cele o Doña Hija de Doña Elvira carecen, les falta esas flores seudotecnológicas del funcionario. Repetir es la pantalla del inmovilismo, para no asustar con cambios, para la sana estabilidad de un estado laborioso y decente, añadí. “Pero no te olvides, si de funcionarios hablas, de que los apellidos también se repiten cada sexenio, dan vuelta cada trienio; las mafias son de todo el país”, replicó la gringa refugiada y otoñal, rolliza, rosita y sonriente.
Nos alejábamos del tema. No faltó quien nos conminara a meternos en el asunto escogido. Escuché su queja mientras me distraía encendiendo otro cigarro. Dije: Y bien ¿cuál creen cada uno de ustedes de ser el deporte nacional por excelencia?
“Me permito interrumpirlos-dijo el abogado sabihondo que, sin jactancia continuaba—Debo reivindicar una palabra que usted ha usado no liberal sino libertinamente… –Y me miró, comprendí y no dije palabra, siguió- …usted ha dicho provinciana. Algunos sabios de esos que buscan en los entresijos del idioma dijeron hace años por televisión que “la palabra provincia no desmerece, no es peyorativa sino al contrario. Se llamó provincia a los lugares de donde provenían las provisiones para la capital México. Si los chilangos comen es porque les surtimos alimentos. No poca cosa. Vuelvo a disculparme”. Hecho, contesté, y gracias por tu aclaración. Volvamos al deporte nacional que se nos va la tarde.
Pasaron los minutos y oscurecía. Debo resumir para no fatigarles. Cada quién expresó su impresión personal. Anoto las diez percepciones más interesantes ya que no faltó quien abonara más de una idea.
Figuraron: La zancadilla, esa envidia desde abajo que frena a los de arriba de modo que el envidioso no se vea tan mal. El valemadrismo, la actitud de dejar hacer dejar pasar. La güeva, lo que es decir que no me muevo ni me conmuevo, todo lo que sucede nos lo merecemos, no soy héroe para protestar si no se ve remedio a la vista. La corrupción gubernamental (aunque el quejoso nunca dijo que para haber un corrupto se necesita un corruptor, gubernamental o particular). Lo que llamaremos El alpinismo, es decir la necesidad de ascender en la escala social donde el fin justifica los medios, sobre todo cuando la educación ya no funciona para crecer, porque ni la educación es funcional ni los salarios ‘agradecen’ las pestañas quemadas por estudiar. El chambismo porque el dinero no sirve: la esposa debe dejar a los hijos para redondear el gasto y porque para ganar los suficiente, los hijos deben trabajar –a veces dejando la escuela—y padre y madre deben laborar dos o hasta tres turnos, dos o más trabajos para completar el presupuesto familiar. Esto lleva a la improvisación, la fatiga y el estrés. Los chaqueteros espirituales que siendo analfabetas en la religión familiar deciden cambiar a otra iglesia que tampoco comprenderán. La deslealtad porque ya casi nadie ‘ama la camiseta’ y menos en lo laboral. Abunda también, dicen, los desagradecidos; algún otro añadió que “Agradecer es la virtud más rara del mundo”. Los apantallantes son quienes aparentan un nivel de vida que no pueden sufragar y pasan de crisis en crisis, abultando los préstamos. El fecalismo (no encuentro palabra más precisa) es la consciencia de quien, para entrar a ‘la polaca’ están dispuestos a recibir ‘la mierda que les tiren los demás’ y se atrevan a ‘tirar a sus contrincantes la mierda necesaria para defenderse´. Una especie de maestría en esto se llamaría El libro Negro porque los políticos anotan los desmanes ajenos, para su consulta posterior de modo que fijan los blancos de sus catapultas de mierda. La explotación empresarial es muy conocida aunque hay un aspecto notable: la discriminación entre solicitantes de empleo fuera de la banda 18 a 40 años siendo el límite inferior por ley pero el superior por costumbre, los sueldos para mujeres bajo el mismo trabajo que los hombres es también reconocido. El uso inicuo de la carta de no antecedentes penales por lo que, si la ley dice que los salidos de cárcel han cumplido con la sociedad, esta sociedad no les contrata por ser delincuentes- para- toda-la-vida, arguyen.
Debimos terminar. No votamos. No todos se expresaron acerca de un ámbito nacional sino sobre sectores, etc. Les agradecí su participación sentida y clara pero los dejé con mi pregunta: ¿No creen ustedes que en esto haya algo peor, peor que asesinar, que cometer feminicidios, que lavar dinero, que crear empresas fantasmas, que el abigeato, que la corrupción de menores? Asuntos multitudinarios. Les diré lo que pienso. Lo peor es la mentira.
Mentir no es sólo crear una realidad paralela, producir fake news, engañar al prójimo, mentir es obligar al otro a creer en la falsedad, abusando de su confianza. Y regreso al mundo de la política: si de algo habrá de lamentarse el sexenio que se está yendo es por haber mentido de modo que ofreció un esplendor inexistente, embaucándonos a todos. Los números dirán cómo tu presidente ha de dejar al país con alfileres… lamentablemente fue lo mismo que hizo en Edo-Mex, pero no tenemos memoria y volvemos a caer en el embuste. La historia no oficial comenzará a dar nota de lo sucedido, sea quien tome el poder este 1 de julio. Por eso insisto en que el PRI no merece quedarse en la Casa Grande.
–Dionisio Estrada
(Fecha de publicación 02032018)