Nov 26, 2024

HERMOSILLO, SONORA.MX. — Apenas nos servíamos el café cuando Pancho se apersonó con un rollo de cartulina. Había cobrado confianza al punto de volver a traer un caso para su discusión entre los vecinos.

Renovado por la peluquera, se nos apareció con un nuevo look, sin la naciente barbita de candado (quedaban atrás semanas de cuidados) y un corte más cercano a lo que nosotros, los war babies diríamos que es de soldado, pero así da vueltas la moda. No dijo nada ni extendió su pancarta, así que comenzamos con nuestro asunto.

Pedí a la doctora que hablara acerca del TRIFE y sus reiteradas negativas a las resoluciones del INE. Inició diciendo “Lo que sucede es que en ambas instituciones se entiende la ley de manera diferente. El INE conoce bien a los ciudadanos y se abre a cierto relajamiento que no es ilegal pero que no se ajusta al estricto cumplimiento de un puntilloso Tribunal federal electoral, el TRIFE, por eso aplica fríamente el cuadernito”. “Lo que nos importa es que a cada ajuste el Instituto debe llevarse las imprecaciones de la prensa que, a menudo se burla de los cambios –agregaba Manuel, uno de los gemelos priistas–: el hecho es que los candidatos a presidente federal sí podrán asistir a los debates convenidos con los medios de comunicación. De hecho esto va de acuerdo a la libertad de expresión. Lo malo es que ahora nadie quiere debatir, pese a la apertura obligada por el TRIFE ya que, si Yasabesquién no asistiría, a los otros dos les parece inútil carearse sólo entre dos y lejana la posibilidad de asestar un duro golpe al puntero tabasqueño, que no es muy diestro en eso de hablar y defender ante extraños, como ya hemos dicho durante nuestra pasada reunión” ¿De nada sirvió entonces la regañada al IFE?, pregunté. “No—contestaba la abarrotera de la esquina—nos ha servido para entender que la ley es rígida e infranqueable…” “Me extraña de tu parte porque si este país está como turulato es por la falta de vigencia del derecho” alegaba el viejo abogado pospriista tomando la palabra para decir que el estado de derecho es la madre de todos los vicios del aparato de gobierno “Porque si no se respeta la ley se cultiva la impunidad del delito y si éste no se castiga caemos en la corrupción y si la corrupción cunde, pues nos hallamos en este pantano que la gente rechaza; de allí viene la oposición a Meade: nadie quiere un presidente que se parezca a EPN, quien ha tolerado las tropelías de no sé cuantos gobernadores salidos de su partido o ¿por qué creen que el tricolor va en tercer lugar sino porque carga el fardo del pasado reciente? Si Meade no se desliga de tu presidente seguirá cargando la mochila de la historia peñista, eso está muy claro”

“De lo dicho por Canalla Descortés, sólo creo aquello de que se necesita un cambio, aunque nunca ha dicho con precisión cómo se haría ni hacia dónde nos llevaría. Lo que es suponer que, siendo de derecha declarada, el futuro que nos pintaría sería absolutamente patronal, siguiendo las ideas marchitas de los Chicago Boys, las ideas del capitalismo desacarnado que estuvo de moda hasta ayer. En eso el blanquiazul se equivoca, el mundo, hoy mismo está solicitando regresar a la social democracia que atiende al ciudadano y le deja crecer independiente pero con el respaldo gubernamental…” así alegaba la perredista de enfrente cuando Pancho por fin abrió la boca: “Señora, con respeto, usted habla de la democracia y supone que los servidores públicos son eso, precisamente sirvientes elegidos para ordenarnos y conducirnos según nosotros mismos queremos, deseamos y buscamos. La verdad ¿cuándo se ha sentido usted respaldada por el gobierno? ¿Cree usted que los egos de los punteros le permitirán crecer como personas, se lo han dicho? ¿No la reforma educativa fue hecha para el empleo cuando los empleos son enajenantes y centaveros… Reforma celebrada por tirios y troyanos, recomendada y aplaudida por el vicepresidente de la república?”

Pero qué dices, le moderé, ¿cuál vicepresidente?

“Un mexicano ha sido el vice desde Europa, ustedes lo conocen como el eterno secretario de la OCDE, el señor José Ángel Gurría, al que conocí de pobre” replicó el viejo. “Yo siempre fui pobre pero él alguna vez también. Lo ví estudiando, haciéndose a sí mismo – no como Jorge Carpizo que creció entre algodones aunque ‘si lo mirabas bien le corrían mil hormigas por los pies’—del que también estuve cerca. Pues bien Gurría fue el tutor desde fuera en las reformas estructurales. Como La Ardilla en otro sexenio, José Ángel aprovechó su derecho de picaporte parta meterse hasta la cocina en Los Pinos. Su aggiornamento, la puesta al día de Palacio era necesaria y el PRD a veces y PAN en otras se unieron a lo inevitable: había que dejar atrás las rudezas de los presidentes sonorenses, los regalos del alemanismo, la época del desarrollo estabilizador, las matracas, tortas y refrescos de los mítines y acceder al siglo veinte del cambiante mundo dejando la industrialización a medias para asumir la revolución tecnológica, las rutas críticas y los manuales de operación; las políticas claras y las estrategias que se van modificando a causa de la realidad. Pero los políticos provincianos no le entendieron y siguieron con sus desmadres . Así hemos llegado a donde estamos”


“La solución no es más de lo mismo, todos lo saben” metió cuchara mi panista favorita “aunque nadie ha dicho claramente cuál es la medicina. Me temo que volveremos a votar por el menos malo y creo que mi candidato está demasiado verde para mandatario. Sus alardes son de chavo no de un estadista equilibrado. ¿Lo miraban corriendo como de caricaturas en sus primeros spots de tv? Las energías que quema son demasiado juveniles para lo que necesitamos. Tampoco necesitamos que el presidente se nos muera de pronto, por anciano, por enfermo y porque sigue siendo tan tortuoso como siempre, ya tuvimos uno. Ni qué decir del burócrata que por decente dejó correr el agua ante tanta sinvergiienzada de sus colegas. ¿Y El Bronco marrullero, Margarita la esposa, Ríos a medio camino de la experiencia qué nos harían? Como dice mi comadre yucateca ‘Mejor me voy a Mérida’»

“Quiero aclarar—agregó de pronto—por qué le llamo tortuoso al tabasqueño: ¿No soltó primero la víbora mediática del tigre y a los días rechazó que hubiera sembrado una amenaza, un pronóstico de violencia postelectoral? Es una diva acostumbrada a dictar la agenda del día, para que todos comenten sus dichos mientras él esconde la mano”. “Quite Trump style…, dijo en inglés La Mildred, “solito las busca y luego se echa p’atrás, como dicen. No me imagino seis años de lo mismo”

¿Estamos atados?, pregunté. Como nadie se animó a contestar pasé al segundo tema, el Teletón. Les dije: Quisiera una voz a favor y otra en contra ¿quién se anima? Pancho desplegó su pancarta. Decía garrapateado en rojo: ´No al Teletón´.

El viejo había pedido la palabra y le dejé intervenir: “Hablaré a favor”, comenzaba. “No nos damos abasto con la enfermedad de los mexicanos. Por la dieta y costumbres, nosotros vivimos para morir y si alguno nos ayuda, bienvenido”. “Los solapas, dijo el Pancho, “es obligación constitucional del gobierno mantener en salud a sus gobernados. Tiene suficiente dinero para eso. No necesita que la ciudadanía regale parte de su escaso dinero en una causa social que no debía existir si cada uno hiciera su parte: el gobierno para servir y los ciudadanos para morir un poco más tarde y mientras trabajar como pendejos a ver si alcanza la raya” “Además, el evento sirve para alzarse el cuello los ricos del país que dan migajas de lo que guardan—terció mi pariente de a la vuelta–; Hacienda reconoce las donaciones para condonar impuestos, así que, por dondequiera que se vea es un circo mediático que, al final los donantes, la banca que duplica donaciones y los cantos de artistas y voces de los comunicadores, los medios masivos y la prensa aliada elaboran un Óscar sin Óscares. Es un evento de lucimiento social bajo el pretexto de los enfermos, un circo al que muchos obedecen en una gran gala de miopía”. Mi vecino verdecologista fue más allá, tomó lo dicho para detallarnos:  “Y si ustedes creen que el dinero recabado es suficiente para levantar otro hospital, se quedan a la mitad de la idea, porque las que pierden son las entidades que reciben ese edificio; va hueco, hay que dotarlo de personal, mantenimiento y demás, lo de antes es solo el grito de un nuevo edificio. Ya sé que el cascarón es el principio, pero cada año se junta dinero para otra aventura y a ver quién la completa. Es verdad, abunda la camada de pendejos con iniciativa, pero cómo lucen”.

Llegando la hora de despedirnos nos fuimos alejando del porche para alistarnos ante otro día de campañas disfrazadas de no campañas.

–Dionisio Estrada

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