Nov 25, 2024

IMÁGENES 31. Consultas… Espejos

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A pesar de habernos reunido hace demasiado poco en ese encuentro extraordinario, ante las lenguas de lumbre alrededor del TRIFE y también del mismo Bronco, los gemelos nos hicieron saber que urgía volver al porche, esta noche, porque habría un par de noticias si no es que tres.

Han de saber ustedes que ellos tienen una hermana mayor, Raquel, que estudia administración gubernamental o algo así, en la universidad. Que entre sus lecturas obligatorias están ciertos libros de teoría política, uno de los cuales cayó en manos de Manuel y Rafael quienes quedaron alucinados ante su lectura, devorada en escasas horas de cierta febril madrugada. Nosotros ya sabíamos de Las 40 leyes del poder pero al correr de los años, viendo lo que sucede nos habíamos acostumbrado a ver lo que sucede y en el mejor de los casos dejar al autor, Robert Greene, en el estante cerca del sanitario, para alguna consulta futura que nunca hicimos. Los plebes insistieron y para bien del cotarro les animamos a presentar a los que desconocen tal libro un resumen apto para ser digerido entre dos tazas de café.

Llegados la mayoría, primero sendos muchachos no dejaron de impresionarnos con un comunicado que llamaron oficial. Allí declaraban abjurar definitivamente del Tricolor pero sin intenciones de afiliarse a otro partido basados en lo que leerían de inmediato. Fueron alternándose Rafael y Miguel a modo de no precipitar la lectura y evitar la monotonía de ´nuestros pinitos de oratoria´. Escuchemos:

Inició Manuel. “De este libro (lo levantó para que todos supieran de qué se trata) sólo citaremos unas cuantas leyes, tomadas del principio, suficientemente atractivas como para que ustedes se encarguen de leerlo todo. Esto es solamente una probadita, como verán” Gabriel: ”Ley número tres—Ocultar las intenciones. No debemos revelar nunca el objetivo de nuestras acciones para mantener a la gente desconcertada y desinformada. Si no tienen idea de cuáles son nuestras intenciones no podrán preparar una defensa. Hay que llevarlos lo bastante lejos por el camino equivocado, envolverlos en humo y para cuando se den cuenta de lo que proponemos será demasiado tarde”. Mildred levantó las cejas. Manuel: Ley cuatro—Decir menos que lo necesario. Si se intenta impresionar a la gente con palabras, cuanto más se diga, más ordinario apareceremos y menos controlaremos la situación. Hasta las banalidades parecerán originales si se expresan de forma vaga, semejando apertura y portándose como una esfinge. Los poderosos impresionan e intimidan diciendo poco. Cuanto más se diga más posibilidades hay de enfrentarse con alguna tontería”.

Murmullos aparte, siguió la lectura con respeto pero con la curiosidad muy despierta. Gabriel: “Ley número cinco—Defender la reputación con la vida. Muchas cosas dependen de la reputación. Este es la piedra angular del poder. Sólo a través de ella se puede intimidar y ganar, sin embargo una vez que se pierde uno queda vulnerable y blanco de muchas…por todos lados. Esta reputación debe ser inexpugnable y atenta siempre a cualesquiera ataques, a los que debe adelantarse antes de que ocurran. Mientras hay que saber……. destruir al enemigo, minando su propia reputación. Luego tomar distancia y permitir que sea la opinión pública quien lo lleve a la horca”. Calladitos todos atando cabos. Rafael le dio al hermano el documento. Manuel leyó:

“Ley seis– Llamar la tención a toda costa-. Todo se juzga por su apariencia y lo que no se ve carece de valor, por lo tanto no es bueno perderse entre la masa ni ser olvidado. Hay que destacar, llamar la atención a toda costa y convertirse en imán que atrae y absorbe la atención, parecer algo más grande, más colorido, más misterioso que la muchedumbre tímida y blanda (sigo brevemente con la siete. Ley número siete—Conseguir que otros hagan el trabajo pero llevarse el mérito. Hay servirse de la sabiduría, el conocimiento y la labor de los demás en beneficio propio. El apoyo no sólo es un ahorro en tiempo y energía sino que provoca una cierta aura de divina rapidez y santa eficacia. Al final los ayudantes quedarán olvidados pero nosotros recordados. Nunca debemos hacer algo que los demás puedan hacer por nosotros” Sonrisas por todas partes. Unos y otros cambiaban miradas en silencio. Rafael siguió así:

“Final de la ley nueve—“…Hay ciertas personas a las que cuando se engaña o manipula pasarán el resto de sus vidas buscando venganza, lobos vestidos de oveja. Por tanto es necesario elegir bien a las víctimas y los oponentes: nunca habrás de ofender o engañar a la persona equivocada” (Para terminar, la ley once de cuarenta)-Haga que la gente dependa de usted, esto mantiene su independencia. Es indispensable que los demás lo necesiten. Cuanto más confíen y dependan, más libre será usted. Hágalos depender en su alcance a la felicidad o prosperidad, de este modo no hay nada que temer. Hágalos dependientes, hay más ganancia que con la cortesía. El que se haya saciado de inmediato le dará la espalda pues ya no se necesita su ayuda. Si la dependencia desaparece se acaban las deferencias y luego termina el respeto. (En verdad) la primera lección que la experiencia enseña es ésta: mantener las esperanzas pero nunca satisfacer totalmente, de modo que hasta el soberano nos necesite, siempre, como escribió Baltasar Gracián, siglo 17. Aunque existe la advertencia: no creas que porque tu jefe te necesite, te quiera, al contrario, es más seguro que te tema, que te odie. Maquiavelo dijo que es mejor ser temido que ser amado porque el temor es controlable y el amor incontrolable. Depender bajo una emoción tan sutil como el amor o la amistad sólo genera inseguridad. Más vale que la gente dependa por temor, temor que se perdería por el placer de la compañía” (hasta aquí nuestra selección de muestra. Muchas gracias)

Hicimos un break para tomar café aunque la verdad nos interesaba intercambiar impresiones sobre lo escuchado. Subió pues el murmullo y así se mantuvo buen rato. Luego nos volvimos a acomodar en los escalones del porche dispuestos a entrar en discusión. Pero ya tengo sueño. Lo dejo para la próxima vez.

—-Dionisio Estrada

(Fecha de publicación08052018)

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