IMÁGENES,5. Torta, matraca y soda
HERMOSILLO, SONORA. MX. — Ya tenemos un hombre que se mea de gusto, se llamaba José Antonio pero ahora que todos se le acercan le dicen Pepetoño unos y Pepemid los otros, como si hubieran pistiado juntos desde chamacos. Chapito como el señor Peña pero pesado de bulto –tan grueso como cuando comienzan sexenio-, cuyas iniciales que usaría la prensa son descartables: sería JAM, sin resultar tan jamón como Carstens Carstens ni siquiera como el arzobispo primado, pero nutrido al fin. Algo blando resultó en su primer media show por radio, sobre todo resultó demasiado fervoroso al hablar de sus colegas, del presidente, del gabinete, del partido y del sistema político. Él, ningún político pero un administrador de corta vista, es un hombre que no tiene imagen nacional que habrá que hacerle por la misma gente con la que ‘ha servido durante veinte años’, para decirlo con sus palabras.
En este país donde no hay tapados el destapado se llama José Antonio Meade Kuribreña, quizá de raíces del cercano oriente, como otros muchos políticos en boga, acaso libanesas, cuando no son hidalguenses. Es concuño de Carlos Salinas de Gortari, lo que prefigura un reajuste al grupo que no existe, el Grupo Atlacomulco.
Lo que asombra es que EPN no haya encontrado entre priistas alguno digno de sucederle para taparle la espalda. Meade estaría prestado de la IP Ciudadana a no ser que olvidáramos su historia. En verdad El Tapado es desde hace mucho un priista de corazón pero sin papeles, un francotirador hasta cierto punto pues siempre ha trabajado en el renglón hacendario e impositivo, lo que se llama un tecnócrata de finanzas. Le gusta el dinero, como a todo burócrata de dineros públicos. Si le calificamos de miope es ´porque tradicionalmente fue omiso de las enormes corruptelas de sus celebrados compañeros durante esos mismos veinte años. Quiere hacer de México una potencia, dice, veremos, si asciende a Los Pinos, porque la guerra está demasiado sangrienta para lo flaco de la caballada.
Miren, éste es Meade, pareciera haber dicho Peña durante las visitas de ungido a los sectores del tricolor, mediante la longeva e increíble liturgia de sus sucesivas presentaciones ante la CTM, la CNOP, la CNC, instituciones que, aunque usted no lo crea, persisten; así como atendió y fue a dar la cara ante Las Priistas, las Fuerzas Armadas, la estructura territorial, las Juventudes… “Éste soy yo”.
En verdad, Meade es un priista desde que fue derogado de los estatutos del PRI el artículo 181, por el que los viejos de entonces exigían cierta familiaridad con los ungidos, diez años de militancia. Tal modificación echa por tierra la idea de que el partido debía nombrar alguien creible para las mayorías, alguno sin pecado pues este 3er lugar en las preferencias del votante es más reciente. (Creemos que la decadencia tricolor es nueva, creemos también que sólo se trata de senilidad.)
Para ser rigurosos, fue el joven e imperfecto secretario federal de educación quien le destapó la víspera, por lo que “El señor presidente se enojó mucho”, si damos crédito a López Dóriga. Eran las horas cuando el joven e imperfecto cabecilla de un PRI capitalino que sinceramente no existe, Eruviel, declaraba que los actuales secretarios de educación y el federal de salud caerían bien como candidatos tricolores para la Jefatura de CDMX, lo que de facto les descartaba de la Pasarela Para La Grande. También trascendía que la noche del viernes cercano al destape, Osorio fue avisado de su descarte; la seguridad de los mexicanos está demasiado deteriorada como para que los votantes eligieran presidente al secretario de gobernación, un “hombre sin ángel” de tan magros resultados (“EL año más violento de los últimos veinte…”). Así que de los cuatro que tenía queda uno, uno, uno.
La oposición ha tomado las banderas de las personas y de ese desencanto por La Restauración Tricolor del 2012, ha pasado a la exasperación y luego al hartazgo. La oposición exige un cambio de régimen a cargo de sus respectivas experiencias. Recuerdan y nos restriegan con los Ocho Gobernadores Malditos pero olvidan sobre todo a Gabino Cué, hijo de las primeros experimentos de la idea aguaceite de la derecha en cohabitación a una de las izquierdas. Ahora (1ª semana de diciembre) que las encuestas indican iguales porcentajes repartidos casi por igual al tricolor, al aguaceite de los extremos y a Morena, estamos ante los murmullos precursores, dicen, de la caída del Frente, cuna y tumba del joven e imperfecto Ricardo Anaya… muchos piensan ya que el 18 se verá una carrera parejera entre el viejo tiburón de La Chingada y un joven e imperfecto burócrata que nunca fue sacado de la manga.
Por todo esto y por la chocante alegría del partido en el poder ante la desgracia de la mitad de los mexicanos tras la sobada Revolución hecha Institución, es de reiterarse el que el PRI no merece más gobernar. Con todo, a la mitad de los nacionales les asustan los desplantes, las erratas, los arranques y caprichos de AMLO quien, con su reciente libro pretende hacerse simpático ante el votante; no tiene ya tiempo y las sonrisas no las venden en el súper. El PAN demostró su imprudencia al sacar el ejército a las calles, su incuria al chotear la presidencia y nutrir corrupciones azules como las de Padrés en esta Sonora. Se pronostica entonces el único repunte posible en las urnas, el de Cantinflas, como antes. –Dionisio Estrada
(Fecha de publicación 06122017)