Inflamación crónica y carcinogénesis: nuevos datos refuerzan la implicación de la dieta y el ejercicio físico
MADRID, ESPAÑA.─En el marco de la sesión Salud de Precisión: Oncology, celebrada dentro del VII Congreso Internacional de la Sociedad Española de Salud de Precisión (SESAP), se realizó una actualización de las últimas evidencias respecto al nexo cáncer-estilo de vida, analizando en concreto el papel que pueden tener determinados nutrientes en el desarrollo tumoral y también los datos más recientes que justifican la idea de que la prescripción de ejercicio físico no debería ser opcional, sino estar integrada en el tratamiento oncológico.
«La dieta y el estilo de vida pueden influir en cada una de las etapas sucesivas que se dan en el proceso de carcinogénesis: iniciación, promoción y progresión. Aunque los factores alimenticios y relacionados con los hábitos diarios son más o menos los mismos, en cada una de estas fases el impacto de unos y otros es distinto», explicó el dietista-nutricionista Pedro Carrera Bastos, doctorando e investigador en Nutrición, Metabolismo e Inflamación, quien abordó el análisis de esta cuestión en su ponencia Dieta y hábitos en la prevención de carcinogénesis.
«Entre los factores nutricionales que intervienen en la fase de iniciación se encuentra el déficit de determinados nutrientes, entre ellos los de folato y vitaminas del grupo B (B12, B6, B3), que favorecen roturas cromosómicas, la hipometilación del ADN y aumentan la sensibilidad a mutágenos. Por su parte, el déficit de vitamina C y selenio aumenta el daño oxidativo del ADN, un efecto que también se asocia a unos niveles inadecuados de zinc y magnesio y al déficit de vitamina D».
«También se ha visto que tiene un impacto negativo en la fase de iniciación la aflatoxina, presente en alimentos de origen vegetal, como yuca, pimiento, maíz, mijo, arroz, sorgo, trigo, semillas de girasol o cacahuate, aunque su efecto depende en gran medida de la forma en la que estén almacenados estos alimentos», añadió Carrera.
Pero entre todos estos agentes, sin duda los más «implicados» en esta fase de la carcinogénesis son los compuestos nitrosos, nitritos y nitratos en concreto, explicó el experto: «Los que están presentes de forma natural en los alimentos no causan cáncer porque bioquímicamente no producen nitrosaminas. El ʹproblemaʹ lo tenemos con los nitritos que se añaden, por ejemplo, a las carnes procesadas o a los embutidos; estos sí llevan a producción de nitrosaminas».
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Contextualizando el nexo entre las nitrosaminas y la carcinogénesis, Carrera recordó que estas sustancias también están presentes en el tabaco, aunque con claras diferencias en cuanto a su repercusión: «De hecho, cuando se comparan los efectos del tabaco con los del consumo de las carnes procesadas vemos que 72% de los casos de cáncer de pulmón y 15% de todos los cánceres están producidos por el hábito de fumar, mientras que el consumo de carnes procesadas se asocia a 13% de los casos de cáncer de intestino y a 1,5% de todos los cánceres».
Fecha de publicación lunes 16 de mayo de 2022, fuente Medscape