LA MESA DE LOS REGALOS. Regale música, 1. Mozart
En vez de esa batidora manual o de la nupcial pareja de tazas de un té que nunca beberán esos amigos que están casándose, ¿por qué no darles algo más perdurable y más barato por comprar que les servirá toda la vida?
Así es el regalo de la música.
Esta vez ofrecemos una obra que hasta el conocedor desearía. Se trata del concierto para piano y orquesta no. 21, de Mozart que la comunidad ha venido a recibir – por una de sus partes- como el tema de la película Elvira Madigan.
Mozart es mucho más que un (involuntario) autor de soundtracks. Heredero de una larga tradición y a la vez puerta para el ulterior desarrollo de la música occidental europea, supo independizar su talento del absolutismo reinante de gobernantes e iglesia para acometer aventuras estéticas que sólo un genio es capaz de concretar en obra contante y sonante. Esto antes de morir a sus prematuros 36 años.
Wolfgang Amadeus fue niño prodigio del piano por deseo del padre y recorrió Europa casi como monito o cual oso ruso equilibrista, para impresionar a los incautos pagadores del boleto. Aún niño, Mozart sabía de su estatura y de paso comenzó a hacer obra suya.
Tras la veintena de años creativos fundamentales que la vida le permitió y desde la fosa común donde reposa este genio se nos ofrece un delicado concierto muy característico de su imaginación sonora. El concierto 21 que ostenta la rara cualidad (para otros compositores) de presentar una superficie brillante y alegre tras la cual hay que saber encontrar cierta melancolía absolutamente mozartiana y que le aparta en definitiva del resto de sus colegas. Nosotros le llamaríamos la melancolía del género humano ante el teatro del mundo. Mozart era el muchacho que jugando billares cocinaba en la cabeza sus obras maestras.
Como dijo Leonard Bernstein de Beethoven, Mozart aguanta todo, pero tengo mis versiones favoritas. Si ha de superar las visiones femeninas de Clara Haskil, el pianismo de autoridades como Géza Anda, Alfred Brendel, Rudolf Serkin o su hijo Peter harán bien, lo que no obste para que mis mozarteanos favoritos sigan siendo otros.
(Como pocos comprenderán existe una trampa en esta oferta. Porque una vez iniciados en el tema, no pocos buscarán obras aún mayores del mismo autor. Me refiero a Artur Rubinstein en los conciertos 20 y 24 y a Robert Casadesus en los 19, 26 y 27, para beneplácito de la Sociedad por la Urbe Sensible del Pueblo Bicicletero.)
Entretanto, felices nupcias, o lo que sea por festejarse. Pero regale música.
(Fecha de publicación 11112017)