Nov 24, 2024

Durante los preámbulos de escarceos y patadas bajo la mesa, a lo largo de precampañas y unas insólitas campañas bajo la Covid-19, se han sucedido nombres de candidatos de todas famas y todas layas. La 4T está en plena curva de aprendizaje aún; esta organización y los demás partidos han barajado personalidades desde solemnes y chuscas hasta pecadoras y santurronas. La clase política vive un ruidoso, abigarrado carnaval como pintado por Diego Rivera donde igual se acoge actricitas, cómicos, deportistas, líderes de pasarela de belleza al lado de viejos zorros reciclados, reincidentes, gente que se dice no de derecha ni de izquierda.

 

 

Candidatos que presumen sus bailes, acianos que se reportan por tik—tok (dónde el públicao no tiene todavía edad para votar); chapulines de última hora que, rechazados, dejan la ruteta de su partido para estirar el brazo al trapecio de otro no importando que las respectivas ideologías sean opuestas; no poco delincuentes sexuales, expresidiarios, sospechosos de ligas con el narco, parientes de otros políticos vivos o muertos… Todos <en manos del pueblo>.

 

La Constitución invita a doce mil y pico de mexicanos —de—las—dos—crisis para que se afanen en salir del desempleo o subir de sueldo a costa de la república. En este país donde se prohíbe prohibir un mundito poderoso se reparte las chuletas que quedan en La Más Grande Campaña Electoral de la Historia, comensales dignos de alguna película de Fellini. La Doña Félix dijo: «El dinero no importa ah, pero cómo ayuda». Aunque a ellos les interesa más alcanzar la altura para poder decirnos <si> o <no>. Poder cambiar la Constitución que les recibió, prometer ayudar a los indígenas—ocupantes originales de las tierras que mexicanizamos— , acabar con los baches, ampliar la canasta básica para incluir las toallitas sanitarias, llegar a Marte de parte de la SCT. Regañar a la CFE porque nunca nos hace caso. Salvar finalmente el arte y la ciencia mexicanos. El boleto para permitirles se llama VOTO.

 

Si los mexicanos de veras aprecian su voto pudieran hacer un par de cosillas. A escoger, por ejemplo: sondear quiénes son sus candidatos.

 

A falta de una abuela busque a su madre y pregúnteles que piensa del hijo o hija y si no a la esposa o marido.

 

Pregúnteles cuál es la idea del mundo que tienen más allá de su distrito, cuál es el libro que están leyendo hoy mismo, el nombre de su filósofo favorito, si ha vistado otros países y conoce sus lenguas; revíseles la ortografía. Exíjales su kárdex médico y un informe sobre su salud mental. Y revise las suelas de sus zapatos para ver cuán pobres se inician en esa salvación de la república.

 

Otra cosilla posible por emprender es muy azarosa — así como ellos son—, consiste en echar un volado: cara (la caballada esta flaca) o cruz (la perrada está verde).

 

Se trata de eliminar otras muchas sorpresas. No éramos hipersensibles pero la historia nos ha obligado.

 

(Publicada el 03/03/2021)

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