Nov 25, 2024

Usted, como padre, ¿qué haría por sus hijos?
O, como madre, ¿qué haría por las hijas de los demás?

 

 

Ambas interrogantes tuvieron cálida respuesta, en dos eventos distintos, bajo diferentes circunstancias, en los que Claudia Pavlovich, junto a Gilberto Ungson y su esposa Lupita García, y también Amos Moreno y Rocío Barraza, fueron testigos.

 

En el primero de ellos, celebrado en el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Sonora (CECyTE Sonora), plantel Justo Sierra, la gobernadora y su secretario de salud clausuraron, exitosamente, la Semana Nacional de Salud en la adolescencia.

 

Ahí, la gobernadora Claudia, mostró la enorme preocupación que siente por los jóvenes de Sonora, hijos e hijas de otros padres, pero que dijo, corren el riesgo de escuchar voces extrañas, que los podrían llevar al consumo de drogas, o a un embarazo de adolescentes, o a cometer otros errores que luego resultan muy dolorosos.

 

Por eso, el secretario Gilberto Ungson, solidario con ella, le dio santo y seña de todo lo que se hizo en esa semana que culminaba. Programas con los que, agregó, su buscó siempre orientar a todos esos jóvenes estudiantes en temas de salud y bienestar.

 

Luego, detrás de las filas de los asistentes, tímido ante la turbulencia de personas arremolinadas bajo el tejaban, un padre de familia, de humilde apariencia, con carta escrita a mano atesorada en su puño, se armó de valentía y se acercó a la gobernadora.
– Ayúdeme por favor, vivimos en el Poblado Miguel Alemán, y mi hija necesita estudiar, aquí está escrito todo, ayúdeme gobernadora, por favor– dijo el hombre.
Luego, la gobernadora echa la vista sobre el arrugado papel, y lee las líneas, mientras el apurado padre se retiraba unos pasos atrás.
– A ver Amos (Amos Moreno, director de Cecytes Sonora), aquí hay algo que te pido resolver de inmediato- dijo la gobernadora mientras caminaba unos pasos hacia él.
– Aquí está el padre… a ver, donde está el papá… ahhh señor, venga para acá, aquí Amos le va a ayudar – agregó mientras con su brazo izquierdo, echado hacia atrás al mismo tiempo que miraba hacia el frente, buscaba al padre que ya se había quedado rezagado.
– Mire señor, él es el director, ya le dije que le ayude, le va a resolver, no se preocupe, su hija va a estudiar de la mejor manera posible- y se despidió de aquel padre dándole tranquilo apretón de mano, y amigable beso en la mejilla de despedida.

 

Este cuadro de un padre llegando a los cuernos de la luna por su hija, y luego sintiendo los pies sobre la tierra al recibir la respuesta que quería, fue el ideal para entender que, cuando de los hijos se trata, no hay nada imposible de buscar, ni de otorgar.

 

Pero luego, a muchas cuadras de distancia de este Cecytes, el albergue del Hospital Infantil, sería el segundo escenario de esta saga de entrega por los demás.

 

Ahí, en el albergue, ya esperaba la pediatra Lupita García de Ungson, esposa del secretario de salud, y presidenta del Voluntariado de la Secretaría de Salud.

 

Con ella explicando a su lado, la gobernadora Claudia constató la transformación de mil grados que experimentó este albergue, que ahora ofrece habitaciones dignas, alimentos calientes y suculentos, baños y regaderas apropiadas, áreas refrigeradas, confortables, tranquilas, de gran descanso.

 

¿Usted sabe lo que eso significa para miles de padres y demás familiares, provenientes de todo Sonora, con sus hijas enfermas? ¿con sus hijos internados en el hospital infantil al lado?

 

Eso lo entendieron muy bien Lupita García de Ungson, y Rocío Barraza, directora general del hospital, quienes sin más recurso que la fe y la buena voluntad, han conseguido todo lo necesario, para transformar ese albergue, de un abandonado edificio lleno de hongos y telarañas como lo mantuvo el padrecismo, a un confortable y completo lugar donde pasar la noche, como estos padres afligidos se merecen.

 

Por eso, Yesenia y Carlos, jóvenes padres también del Poblado Miguel Alemán, pudieron dormir la noche anterior tranquilos y en paz. Por eso pudieron cenar esa noche, y desayunar y comer el día siguiente, mientras su bebé recién nacido se recupera en una de las camas del hospital.

 

Por eso, sentados al borde de la cama que ocuparon como pareja, agradecieron a la gobernadora, y al secretario y a su esposa, y a la doctora, por todo lo que, hasta ese momento, los habían ayudado.

 

Y así es como, en unidad, con los programas de gobierno bien aplicados, con voluntariados dedicados y esforzados, pero, sobre todo, con la voluntad por todo lo alto, se puede lograr que el tejido social, el más vulnerable, aquel que sale cada día esperando por un milagro, vuelva a creer en la raza humana.

 

Sin duda, usted que lee, estaría dispuesto a volar a la estratosfera por sus hijos, o por sus hijas, pero, la pregunta sería, ¿volaría igual por los hijos o las hijas de su prójimo?

 

Claudia, Gilberto, Lupita y Rocío… ya dijeron que sí.

@mensajero34 elmensajero.mx
FECHA DE PUBLICACIÓN.23092016

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