Las circunstancias para que Hillary Clinton llegue a la Casa Blanca están dadas
LAS VEGAS, NEVADA. ESTADOS UNIDOS.JUAN PABLO DE LEO.— Llegó el tercer y ultimo debate para Hillary Clinton y Donald Trump. Para la gran mayoría del electorado, el 8 de noviembre se ha convertido en la fecha fatal, no tanto por el resultado, sino por lo que ha producido una competencia electoral indigna, mezquina y violenta como pocas se habían vivido en la época política moderna.
Los insistentes ataques personales que se alejan de las propuestas y de las políticas publicas han sido protagonistas de la elección desde el primer debate hasta el tercero. Lo dicho: para Hillary Clinton la oportunidad de salir airosa del ultimo enfrentamiento directo con Trump era muy difícil. Enfrentarse a un candidato sin nada que perder y mucho que ganar a tan corto tiempo para la elección presidencial, cuando se tiene el triunfo prácticamente en la bolsa, resulta un despropósito. Uno que hubo que cumplir, pero que dejaba un pequeño margen de triunfo para la candidata demócrata.
La Universidad de Nevada en Las Vegas fue el escenario donde Clinton y Trump intercambiaron golpes discursivos por última vez antes de la elección general. Un contexto de fiesta e informalidad que contrasta con los dos primeros escenarios eminentemente universitarios de los debates presidenciales. Así como en las primeras ocasiones, más allá de un claro ganador, ha quedado claro que difícilmente los debates pueden cambiar el rumbo de la elección, como sí lo pueden hacer las filtraciones, los ataques personales y el funcionar general de las campañas políticas.
En ese sentido Hillary Clinton ha tolerado más de lo que muchos consideran. Ni sus actuaciones en los debates, ni el apoyo total de los demócratas, ni la perfecta maquinaria que opera su candidatura han conseguido sepultar de una vez por todas a Trump. El problema de Hillary, es Hillary.
La percepción se impone a la realidad
Ya en alguna ocasión, Hillary Clinton se preguntaba por qué no estaba cincuenta puntos arriba en las encuestas, entendiendo el desastre de campaña contra el que se enfrenta. Una mujer que se ha preparado toda la vida para ser presidenta de Estados Unidos ha sufrido de más con un novato y, por lo visto, fracasado de la política norteamericana. Tropezón tras tropezón de Trump, Hillary no ha logrado capitalizar el despegue necesario para asegurar la elección. Algo que estrategas demócratas y analistas aseguran debió haber ocurrido hace varios meses.
Y es que aunque la candidata presidencial demócrata tiene un alto nivel de aceptación entre los votantes, el número de electores que ven de manera desfavorable a Hillary se ubica cerca del de Donald Trump.
«Según The Washington Post, Clinton tiene el peor nivel de imagen pública de una exsecretaria de Estado y exprimera dama, que se ha registrado en los últimos 25 años. Mientras que 41 por ciento de los estadunidenses dice tener una percepción favorable sobre Clinton, 56 por ciento declara una percepción desfavorable. Por su parte, Trump registró una percepción favorable de 35 por ciento, frente al 63 por ciento que expresaron tener una opinión desfavorable.
Vivir bajo el ojo público por tantos años, prácticamente desde que se graduó de la Universidad, no facilita la minuciosa verificación que hacen de su vida publica y privada. Acciones desde la gestión de Bill Clinton como gobernador de Arkansas, pasando por la Casa Blanca, hasta llegar al Senado y finalmente a la Secretaría de Estado estadunidense son revisadas, analizadas y juzgadas una a una. El escrutinio bajo el que se encuentra Hillary específicamente ha ocasionado expectativas diferentes para ella y otras para Donald Trump.
Emocionar, la tarea más difícil de Hillary
Sumar el apoyo de los electores que votaron por Bernie Sanders en las elecciones demócratas primarias ha resultado imposible. La poca capacidad para emocionar a las bases jóvenes resalta ante los escándalos y conexiones que han revelado acerca de Hillary. Desde sus relaciones cercanas con Wall Street, la operación de la Fundación Clinton, los correos electrónicos tras lo ocurrido en Bengasi, hasta ahora los amoríos e infidelidades de Bill que han pasado a ser un costo para Hillary como mujer y esposa, son temas por los que jóvenes, hombres blancos educados y otros demográficos difíciles de persuadir se niegan a darle una oportunidad a Hillary. Incluso hay quien cree, incluyendo a Trump, que son suficientes sus pecados políticos como para terminar en la cárcel.
Existe una Hillary Clinton candidata y otra Hillary Clinton la política. El periodico The Washington Post que apoyó abiertamente en una editorial a Hillary por encima de Trump, alegó que lo hace no por el mal candidato y pésimo presidente que sería Trump, sino porque confían en las habilidades de Clinton para gobernar y liderar al país. Ya lo dijo Barack Obama en varias ocasiones durante sus discursos: “Hillary puede no emocionar, pero nadie ha llegado con la preparación con la que ella lo ha hecho para ocupar la Casa Blanca.”
Las circunstancias para que Hillary llegue a la presidencia de Estados Unidos están dadas. La gran tarea será imprimir de legitimidad a su mandato tras las acusaciones de fraude, por más poco sustentadas que estén, y ante el descontento generalizado que existe entre la sociedad norteamericana contra el “establishment” político del cual ella es la principal representante. Aquella coalición demográfica que llevó a Obama a la victoria en 2008 y 2012 no existe más. La alianza entre minorías y centros urbanos, se puede repetir con Hillary, pero no por emoción, sino por miedo. La posibilidad de que Donald Trump pueda llegar a la presidencia ha provocado el registro masivo de electores hispanos, así como la movilización territorial del aparato electoral demócrata y republicano. Hillary y su campaña saben que la particularidad de esta elección representa un reto enorme para evitar que la antipatía llegue eventualmente a su gobierno y se convierta presidenta de cuatro años, de un sólo término.
Sprint final.
Las encuestas realizadas antes del debate refieren que Hillary estaría en posibilidades de conquistar 323 votos electorales, 53 más de los 270 necesarios para ganar la presidencia.
(Fecha de publicación 20102016)