MÁS IMÁGENES, 21. Las bolas del barniz
La presupuestación del nuevo gobierno, para el año 2019, ha levantado polvos. Quejas siempre las habrá y serán inversamente proporcionales, en volumen, al Tamaño de la Cobija. Lo importante es dónde se dan las quejas poco después del primer mes en funciones. Y por qué se dan.
Sectores como educación, cultura, derechos humanos, turismo y transparencia son los más graves. A los militares les irá bien, mejor que antes, sin contar que serán quienes inauguren las obras en Santa Lucía. En general se da la bienvenida a las inversiones en materia de infraestructura (renglón que Peña atendió cada vez con más tacañería, siendo como es un fundamental medio para el desarrollo) aunque marcadamente vaya al sureste necesitado, curiosamente patria chica de Obrador. Por supuesto, Chihuahua y Jalisco quedarán muy lejos, Sonora no tanto. La macroeconomía y Banxico se han salvado.
Y sin embargo parece ser que el mal tino en escoger y repartir cae en el sufrido campo mexicano, según rezan los alzados que tomaron en sitio a la cámara baja. Si se trata del PRI porque se tratara de Antorcha Campesina, se entiende porque es su trabajo. Lo que no sabemos a botepronto es si los agricultores y ganaderos levantados son aquellos grandes exportadores que nos dejan lo peorcito para el consumo doméstico –si llegaran a dejarnos—pero que han supervivido (no digo sobrevivido) por los dineros que Sagarpa y Sedesol repartieron a dizque faquires que resultaron sultanes, mientras que los verdaderos necesitados (micros, minis, midis) quedaban a merced del viento. Hoy día 22 de diciembre no sabemos todavía. ¿Qué tiene que ver todo esto con las promesas de campaña? Somos lo que comemos.
Lo que hay arriba es un desbarajuste. Se entiende que hay una curva de aprendizaje para los novatos. Lo que no se justifica son los errores conceptuales, las equivocaciones de raíz y lo frágil de las jerarquías establecidas. Algunos votantes de AMLO se quejan ya de que se está yendo para atrás –por ejemplo en el traído-llevado asunto del AICM, que sigue sin llegar a resolverse completamente—… Reintegrar la pérdida, por un error de cinco mil milloncejos de pesos retirados a educación superior e investigación científica.
Aunque los más son aquéllos víctimas del despido masivo que sufren justo a días de las fiestas decembrinas y todavía bajo el aura germinal de un nuevo sistema de gobernar: una cuchillada trapera, diría Lola Beltrán. Son miles. Morena no crea empleos este mes sino que los destruye sin algún plan B que les restituya a miles de mexicanos su derecho constitucional de joderse el lomo para el chile y las tortillas. Pero pregúnteles usted acerca de los migrantes: <Habrá empleos, medicinas, alimentos, cobijas…>. No estamos en contra de los hondureños y sus vecinos, estamos a favor de los mexicanos hoy difuntos administrativos en aras de adelgazar al gobierno. Morena repite el pecado priista: recuérdese que acabaron con el SME y la LYF por la corrupción de los altos mandos, es decir, se vengaron en la tropa para reacomodar a los generales en otros rincones. López anunció que las bajas serían arriba, en los mandos; hay despedidos obligados a renunciar (SAT, etc.) que estaban a punto de jubilación, gente que sabía su trabajo y lo cuidaba, hasta que llegó la 4T.
¿Dónde estaba López cuando así se decidió? ¿No supo o no le dijeron? ¿Se trata de medir el agua a los camotes para ver hasta dónde se puede estirar la cuerda? ¿Existe un complot? ¿No tiene cuadros confiables o de plano no los hay? ¿Sirvieron de nada los doce años de batallar? No poca cosa es el destino vital a escoger. Los desplazados tiene un abanico que va del comercio informal a la delincuencia, entre el estrés y al depresión y de alli la cárcel o el suicidio, según el camino que se tome.
Necesitábamos cambiar pero para bien.
Urge un jefe ejecutivo del gabinete que supervise cada acto y cada palabra de tanto novato y tanto rijoso. Se le van de las manos las cosas al tabasqueño. La improvisación mató al gato, desde cachorro.
EN PARALELO EXISTE OTRO ASUNTO digno de ser considerado. Si como se dice, La Mañanera tiene tanto público, es posible que estuviera afectando la productividad de los Morenistas (medio México) justo al comenzar las jornadas laborales; cada palabra le es comentada para bien y para mal de modo que, se dice, el territorio se vuelve un enorme Café Político que se prolonga tanto hasta que el último reportero repregunta al Señor de las Mañanas y le da respuesta. Más allá de las quejas de las televisoras está la oportunidad de informar, pero hay días en que se machaca la machaca o que no apareció la Frase del Día que cogerán los periódicos hasta el otro día. Esa hora de abandonarlos y asistirse por las redes sociales, en particular por la del ejecutivo, de manera que se repita los mensajes en horas no laborales, a gusto de cada quien. O bien de pedirle a SCT que le ceda una frecuencia para tener El Canal de Presidencia por 24 Horas… del cual saldría un resumen ejecutivo semanal para sustituir la parroquial pero inútil Hora Nacional. La Mañanera tiene un defecto imperdonable: sólo atiende a periodistas capitalinos, como si al interior del país todo fueran hamacas y bananas. Es el clásico centralismo priista, otra vez.
El Presidente se verá obligado a escoger entre 1) su imagen madrugadora que plantea la agenda al cotorreo público y que refuerza lo irreforzable que es la imagen de su poder –ya lo tiene ¿a qué tanta insistencia?—y 2) la necesidad de que los mexicanos sigan con su vida diaria trabajando, trabajando, para comer, comer. Una nueva clase de comunicación social presidencial necesitaría no un camarada que le dé palmaditas noticiosas sino una especie de abogado del diablo que se centre en la autocrítica por la cabeza fría. Nos falta mucho para comenzar bien.
—Dionisio Estrada
(FECHA DE PUBLICACIÓN.23/12/2018 //