Nov 24, 2024

MÁS IMÁGENES 9. El mundo sin Peña Nieto, 2

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Era 2 de octubre cincuenta años después. López hace mítin en Tlatelolco mientras que Peña se va a Guanajuato, el último bastión panista. Así se ve el co-gobierno. El colmo hubiera sido que Obrador interviniera en la asamblea general de ONU en vez del priista; un cínico dijo que no fue porque no sabe hablar en español no ya en inglés. Pero deberíamos considerar a los políticos por lo que son, no por lo que no son (y olvidarnos de nuestros propios deseos, de nuestras aspiraciones, obedeciendo a la representatividad ganada por el voto).

Retrocediendo un mes, el día de El Grito de Dolores, le restaban 75 días como presidente a Peña. Por esas cosas increíbles del mundo según los mexicanos, existe un lapso de tiempos muertos entre los comicios y la fecha tope para anunciar sucesor; otro lapso así entre éste y la confirmación de parte del TRIFE –a fin de recabar el título de P. Electo. De allí en adelante está el último marasmo: la vida virtual de dos presidentes pasivos en transición. Al final, tras 152 días, el anterior cede la Banda Tricolor al que le sigue. Este medio año es un hiato en el que no se sabe qué hacer, ni uno ni el otro. Para AMLO, después de tres campañas electorales, fue cuestión de quemársele las habas, así que decidió dejar la clásica pasividad pública y lanzarse al ruedo de inmediato. Mientras el otro se arrellanaba en la silla presidencial calculando su gira de despedida-como hicieron Los Panchos y hacen los toreros. El tabasqueño atacó varios frentes para reforzar los dichos de su reciente campaña. Y siguió de campaña. Que el aeropuerto de Santa Lucía, que finiquitar la reforma educativa, que no nos fallará, que el TLC por heredar, que no nos fallará, que el jet presidencial, que los sueldos de los millones de sus subalternos, que gastará socialmente más pero sin subir impuestos, que no nos fallará, que el gobierno está en bancarrota, que acabará con la corrupción (de siglos)…

Pero si de cuartas veces se trata, La República Decente es la cuarta encarnación del PRI. Del PNR hasta el PRI cardenista, de allí al PRI alemanista; después vino el descaro de los economicistas, el PRI Chicago Boys y ahora caemos en el PRI Morenista. Caben muchas pruebas, van tres. La macroeconomía neocapitalista quedará sin tocar, pese a decirse ser un gobierno de izquierda (pues en verdad no desea destruir la estabilidad del país en un solo golpe) que nacerá rodeado de países de regreso a la derechización, reencarnando al populismo revolucionario de los años 40. La reforma energética (para los tricolores se llama petróleo) quedará pues los contratos vigentes del gobierno que caerá sólo serán revisados de que no sean corruptos (a nadie se le ocurriría devolver los dólares recibidos por los derechos por las rondas ya concursadas, ni las participaciones ya amarradas con las petroleras nacionales y extranjeras, siguiendo la idea de cancelar, como hizo Peña con el contrato del tren de Jalisco contra lo acordado con los chinos pero como sí se desea en el caso de AICM capitalino).

¿Y si no se trata de una revolución material sino espiritual? Sería la cacareada lucha por la paz, que sabe a Premio Nobel. Aquí tampoco sale el PRI de la jugada, del estilo: el mando único de las fuerzas de seguridad. Herencia peñista que no pudo concretarse por la oposición del agonizante sexenio. López desea acabar con un juego foxista de cada quien con su problemita: controlarlo todo diaria, directamente con los coordinadores de cada estado federado. A sus fuerzas armadas, Obrador se apropia de todas las policías -esas fuerzas que casi no existen- para establecer, fuera de la guerra, un ejército de paz, una formación civil que se encauce hacia una paulatina paz controlada. Justo como lo haría Porfirio Dïaz, ese protopriista aborrecido que nos dio los primeros ferrocarriles, estos que Zedillo vendió y los nuevos para su patria chica, el sureste.

Y Peña despidiéndose de abrazo aquí y allá. Dijo que dejará la política (hay que ganarse la sopa, ahora que no habrá pensión presidencial….Días después el vicepresidente –sic– Videgaray anunciaría que también deja a la política. Parece que ninguno de ambos irá a dar respiración artificial al Tricolor).

Atado a sus promesas de campaña AMLO batallará lo necesario. Ni 18 años de buscar el puesto le han bastado para hacer cuajar un equilibrio entre sus deseos y la realidad. Durante esta gira actual ha venido enfrentando el dolor de los afectados por el crimen, el olvido y el rencor. A todos les receta su idea del olvido y el perdón y algunos, tan recalcitrantes como él, se oponen férreamente. De hecho aún no sabemos cómo llegará a sortear el estado mental de la población. En su frenesí. Es dudoso que encuentre el reposo necesario para brindar reposos al prójimo pero será esta la piedra de toque para su éxito. La gente le precia como un salvador y él mismo se cree ese salvador. Veremos si de aquí a seis años esta coincidencia se mantiene. Y si pudo convencer a Trump, como su sueño más preciado, de modo que el innombrable de los dos—estando—juntos—hasta 4 de octubre, 2018, como rezando–, el muro, no se termine.

–Dionisio Estrada

(FECHA DE PUBLICACIÓN.16/10/2018 //

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