“A mí me da miedo que los policías vuelvan a atacarnos; no quiero volver a irme de mi casa”: niña de Nochixtlán
CIUDAD DE MÉXICO. MX. EMMA MARTINEZ. Revolución TRESPUNTOCERO). —“¡Ahí vienen los Federales a matarnos!”, dice un menor de siete años al ver un carro que entra a la colonia 20 de Noviembre, ubicada a las afueras de Nochixtlán, Oaxaca; otro menor, de cinco años, junto a él, asegura tener miedo, no corre, se queda parado, como petrificado sin saber qué hacer, mientras entre risas el primero le dice “no es verdad, pero sí nos van a matar”.
La escena es solamente una de las secuelas del episodio vivido el 19 de junio pasado, donde la colonia fue una de las mayormente afectadas, luego que policías federales inesperadamente y sin mediar diálogo, iniciaran una serie de ataques en contra del movimiento magisterial, pero principalmente de un grupo de pueblos que llegaron a defender, a decir por ellos, “la libertad de vivir, de pensar, de manifestarse”.
La hora en que se vivió el episodio catalogado como la tercera masacre durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, aún es inexacta, puesto que para unos dio inicio a las seis de la mañana en tanto para otros, la violencia los alcanzó aproximadamente entre siete y nueve de la mañana.
“Yo estaba en mi casa, iba a almorzar cuando llegó mi abuelita muy asustada gritando, nos dijo que nos saliéramos corriendo, porque los policías estaban en la colonia y nos podía pasar algo. Ese domingo llegaron los federales con gases y los aventaron a nuestras casas.
Lo que hicimos varios niños fue salir corriendo allá hasta el fondo de la colonia, donde solamente hay monte y ahí nos quedamos esperando a que se fueran. Muchos estábamos escondidos, éramos como más de 30 niños, en ese momento llegó un señor y nos juntó en su camioneta para sacarnos de aquí y llevarnos a un pueblo donde no hubieran policías que nos fueran hacer mal”, narra a Revolución TRESPUNTOCERO, Samantha, una menor, habitante de la colonia 20 de Noviembre.
La niña tiene diez años de edad, y formó parte del grupo de 36 infantes que fueron trasladados, gracias a la idea de una madre de familia de ir a escondidas por su camioneta, reunirlos y trasladarlos al poblado de Zimatlan, para que recibieran atención médica, puesto que los efectos de las bombas de gas lacrimógeno comenzaron inmediatamente.
Samantha, quien cursa el cuarto año de primaria, explica que después de recibir atención médica, les ofrecieron comida y el auditorio de la comunidad, para que pudiera quedarse mientras volvía a ser segura la colonia donde viven. “Nos quedamos una semana allá, el primer día nos regalaron ropa y querían que jugáramos y no tuviéramos miedo, pero yo seguía mal, cuando respiraba sentía que me picaba y me ardía toda la cara.
Volví a mi casa hasta el siguiente sábado cuando parecía que ya no había peligro que los federales nos atacaran; a mí me sigue dando miedo que los policías vuelvan atacarnos y le pase a algo a alguien, yo ya no quiero volver a irme de mi casa”.
Aquella mañana los niños fueron los más vulnerables, principalmente los de uno y dos años de edad, quienes sufrieron desmayos e inconsciencia hasta por tres días, comentan las madres de familia a este medio.
Ese mismo día en una de las casas cercanas a la de Samantha, se encontraba Giovanni, un infante de cinco años y que cursa el segundo grado de kinder, y quien comenta a Revolución TRESPUNTOCERO, que se encontraba durmiendo cuando despertó desesperado y llorando, esto a consecuencia del gas que ya había penetrado en su cuerpo.
Él describe que le dolía el pecho y la cara le ardía. “Llegó mi mamá corriendo nos dijo que nos fuéramos de ahí porque nos podíamos morir, en ese momento me dio mucho miedo y ahorita también tengo miedo que vuelvan los policías a hacernos algo o nos lleven los policías.
Yo vivo con mi mamá y mi hermana, no quiero que nos pase nada, por eso siempre me da miedo si veo a alguien que no es de aquí. No quiero que vuelvan los policías porque nos tratan mal”, comenta.
Juana Antonio López, es la madre de familia, quien en medio del caos que se vivía en ese momento en la colonia, no solamente salvó a sus dos pequeños de dos y diez años de edad, sino también buscó a todos los menores del territorio y los concentró en un punto, para después buscar la manera de sacarlos del lugar en una camioneta, llevándolos a otra comunidad para su revisión.
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Contrario a estos hechos, diversos medios de comunicación manejaron la versión que aquel día varios niños desaparecieron refiriéndose a esta colonia, sin embargo los menores fueron víctimas de desalojo forzado, para salvar sus vidas. “Fue entre las siete y ocho de la mañana que escuchamos las campañas, por lo que fui a la entrada para preguntarle a mis compañeros encargados de la seguridad, qué estaba pasando, pero no alcancé a llegar.
El humo comenzaba a ser intenso y los federales llegaron hasta la entrada de la colonia, esto mientras que mi estómago y garganta estaban siendo afectados, por lo que me tuve que regresar, en ese momento vi a una vecina embarazada que estaba muy mal, porque le habían tocado bombas muy cercanas y estuvo a punto de abortar por ello.
La estaba ayudando cuando vi que una de las bombas cayó en mi casa, por lo que la dejé un momento y fue corriendo a buscar a mis dos pequeños, una de ellas, la de dos años, estuvo durante tres días como desmayada, siempre dormida por el efecto del gas”, comenta a Revolución TRESPUNTOCERO, Juana Antonio López.
Así fue como la madre dio inicio a un llamado desesperado de todos los menores de la colonia, quienes ya presentaban los primeros efectos, con aros en rostro y vómito. “¡Salgan, nos están atacando lo federales!”, expresó en distintas ocasiones Juana, quien asevera que los menores y quienes tenía a su familia en ese momento corrieron, incluso sin zapatos por el miedo de ser lastimados.
Juana explica que por el miedo de regresar por el mismo camino y a la colonia que ya había sido atacada y que podía volver a serlo, no quiso regresar, sin embargo esto no fue impedimento para que pudiera avisarle a los padres de los menores que estaban solos, que se encontraban ya en un albergue temporal y a salvo.
“A mí se me vino la impotencia, no sabíamos por qué querían acabar con nosotros, ellos debieron de haber venido hablar y darnos una explicación, pero ya ni eso, da mucho coraje e impotencia, porque de plano no hay un diálogo, todas las autoridades deben cuidarnos, no acabarnos ni matarnos”, agrega Juana Antonio.
Rocío, tiene nueve años y cursa el tercero de primaria, ella también fue víctima de las bombas de gas de los policías federales, explica a Revolución TRESPUNTOCERO, que se encontraba jugando en el patio de su casa con otros pequeños, cuando su llegó desesperada y les pidió que corrieran, “nos dijo ya vienen los policías, entonces nosotros salimos directo al monte a escondernos, habían mamás con niños pequeños que no saben caminar y una mujer embarazada.
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Aunque tuvimos suerte que no pasara nada ese día, tengo miedo que vuelvan los federales y sí nos hagan algo malo”, comenta.
La colonia 20 de Noviembre, está conformada por más de 60 familias que viven en pequeñas casas hechas de lámina oxidadas y con orificios en el techo, por donde se cuela la lluvia, mojando la tierra donde se tienden los petates para poder dormir.
La señora Fidela padece esa situación, tiene 85 años y no entiende porque la pobreza es imparable en este país, tampoco sabe “por qué Peña Nieto se puso más loco y nos mandó atacar, si nosotros no hemos hecho cosas malas”. Y es que su nieto de dos años padeció vomito, dolor y ardor del cuerpo, además de desmayos luego que aspirara gas lacrimógeno.
La historia de la familia, como las de las otras que conforman dicha colonia es precaria, no tienen ningún servicio público. Ahí el agua es un lujo y la luz eléctrica desconocida. Sin embargo, esto no los ha hecho detenerse y han pensando en la educación de sus hijos, lo cual la Secretaría de Educación Pública no hizo, fueron los padres quienes construyeron una escuela.
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Y aunque las autoridades correspondientes conocen la situación de dicho centro educativo, pareciera que no existe. Un salón de clases es lo único que poseen para la enseñanza de niños de primero de primaria hasta el sexto grado. Un único maestro es quien imparte las clases, las instalaciones no son las adecuadas, pero se debe a la negativa del gobierno por hacer una inspección a escuelas como ésta, que existen en todo el país, y realizar el acondicionamiento necesario para llamarlas ‘centros de enseñanza’.
La 20 de Noviembre, extendida por un terreno grotesco, donde la tierra se desmorona fácilmente y con la lluvia se convierte en lodo que cimbra cualquier calzado que por ahí pase, es una colonia olvidada por las autoridades locales, estatales y federales. Aunque sus habitantes, piensan que “más que olvido es rechazo”.
Instalada a las afueras de Nochixtlán, Oaxaca, se ha convertido en una zona roja, al ser uno de los puntos que los federales atacaron, aun cuando la colonia no tiene relación con los maestros, ni formaban parte de quienes se habían sumado a los bloqueos.
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Aunque no por ello algunas madres de familia aseguran les dan la razón de sus exigencias. Desde aquella mañana los habitantes se siguen preguntando por qué los federales se enseñaron con ellos, aún viendo a los menores de edad.
“Nuestra colonia es ejemplo de como el gobierno pisotea a los pueblos, estamos siendo afectados, no ve nuestras necesidades y las carencias, es bien fácil atacar cuando no han vivido la pobreza de un pueblo, es por ello que el dialogo siempre será la mejor forma de solucionar los problemas.
Para que así el gobierno se dé cuenta que no puede estar afectando a un pueblo, a niños, a personas que ya perdieron la vida, a las que quedarán lesionadas de por vida, debe de saber que esto es serio no es un juego”, asegura Juana Antonio.
En tanto, una señora habitante de la colonia que no quiso dar su nombre por seguridad, asevera a Revolución TRESPUNTOCERO, “nosotros pertenecemos desde hace años esta colonia muy cercana Nochixtlán, vivimos un día tan terrorífico aquel domingo, pero nosotros seguimos apoyamos a los maestros, aunque no somos gente que pelea, ni de los que provocan, somos padres de familia que apoya porque todos necesitamos de todos y no es justo que el gobierno no voltea ver cómo vive el pueblo.
En este país todos pagamos impuestos para que el gobierno tenga lo que tiene, si compro un chicle o vendo cosas en el mercado siempre estoy pagando impuestos, por eso tenemos derecho a exigir lo que nos corresponde; si el pueblo se cansó es porque no tenemos nada de lo que los poderosos disfrutan, mientras que nosotros estamos aquí en la miseria sin luz, sin agua, sin gas, sin ningún tipo de servicio, ni siquiera hay una calle.
Nosotros hemos hecho pequeñas vereditas para poder caminar porque en realidad todo esto son zanjas y barrancos, eso es lo que sucede estando a unos metros de Nochixtlán, aunque no somos los únicos, están aún peor los que viven cerca de las montañas, donde las casas son de palma y varitas”, comenta la fuente.
Quien agrega que es un descaro que el gobierno federal hable de vivienda digna, “estamos muy mal en educación, no hay medicina para nosotros en las clínicas, no hay atención médica entonces nosotros tenemos que hacer el sacrificio y vamos con el doctor particular, entonces nos quedamos sin comer o nos curamos.
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Y encima de eso nos ataca gente del mismo pueblo, porque los federales son de los nuestros, porque los policías y el ejército son hijos del pueblo, yo no creo que el sobrino, primo o hijo de Peña Nieto su hijo sea policía. Nos confrontan, cuando debería de pensar en la pobreza y analfabetismo de los mexicanos.
Aquí nosotros con mucho esfuerzo hicimos el intento por construir una escuela pero si no es una gran escuela es porque no nos alcanzó para más, da terror entrar a el baño es lo peor, da miedo pero a la vez tristeza a mí no me gusta ni verlo está muy feo, sin embargo es lo único que tienen nuestros menores, eso debería atender la reforma educativa”, comenta la fuente.
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Quien agrega que “no podemos decir en esta colonia gracias gobierno porque él no nos ha dado nada, lo que podemos decir es que ha sido malo, porque en medio de nuestra pobreza nos maltrató, nos envió atropellar, nos vino hacer daño, él dio la orden porque los policías federales no salieron solos.
No se tentaron el alma para venir a arrasar con todo, no les importó nadie, no tuvieron misericordia. Con habitantes de una colonia que no tenían ni piedras para defenderse, porque en este sitio no las hay, todo es tierra o lodo”.
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Yamilet, de ocho años, comenta a Revolución TRESPUNTOCERO, “yo estaba durmiendo el domingo cuando mi mamá me vino a despertar, me dijo que no saliera porque aventaron gas a nuestra colonia y ya se había extendido por todas partes.
Entonces fuimos a casa de una vecina porque nuestra casa se había llenado de gas, al ratito los policías estaban más cerca, y estaban allá arriba en la entrada desde donde volvieron aventar gas, yo quise salir pero una piedra casi me pega en la pierna, por eso me volví a meter a la casa de la señora, pero ya me sentía muy mal.
Me ardía la garganta, tenía ganas de vomitar y los ojos los sentía raros y dolían, hasta que pude salir de ahí y nos fuimos a otro lado, después de una semana volvimos a nuestras casas, pero yo tengo miedo que vuelvan los policías y nos ataquen”.
La colonia 20 de Noviembre se mantiene a la expectativa, la mayoría de los habitantes coinciden que podría haber un nuevo ataque, a la par se sienten ofendidos por la versión de algunos medios que han identificado el lugar como el sitio donde hubo “menores desaparecidos”, ya que aseveran fueron desalojados de manera forzada, porque su vida corría peligro “por culpa de la policía federal”.