Narco-elecciones en puerta
03052016. COLUMNISTA INVITADO. RAMÓN ALBERTO GARZA.—Seis de los doce estados en disputa son entidades de tierra caliente, cuando del narco se trata. Y no lo duden que los capos están operando como pueden para acomodar al candidato que mejor los favorezca, sin importar partido
Por más que busquemos hacerle al demócrata, no cerremos los ojos a la realidad. Lo que está en juego en los comicios del próximo 5 de junio no es un asunto estrictamente electoral.
El filete de la disputa de los doce estados está ubicada en seis entidades que configuran los dos más sólidos corredores del narcotráfico en México.
Lo que se disputa en Tamaulipas y Veracruz, incluso con algunas regiones de Puebla, es una elección en la que inevitablemente se ven involucrados los intereses de lo que queda de dos cárteles: los Golfos y los Zetas.
Lo que se disputa en Sinaloa, Durango y Chihuahua es una elección en donde no se puede desdeñar el poder del Cártel del Pacífico, incluyendo Jalisco Nueva Generación.
Seis de los doce estados en disputa son entidades de tierra caliente, cuando del narco se trata. Y no lo duden que los capos están operando como pueden para acomodar al candidato que mejor los favorezca, sin importar partido.
Los apoyos no se limitan estrictamente a lo económico. El dinero es la mercancía de apoyo más barata para los cárteles.
Las alternativas van desde la intimidación a candidatos rivales, a los que se oponen al candidato que se presenta a modo para los intereses de los jefes de esas mafias.
Pasa también por la compra masiva de votos mediante favores, desde individuales hasta donativos a poblaciones enteras, lo mismo para remozar la Iglesia, la plaza pública o el Palacio Municipal.
Nada nuevo, es cierto. Lo único diferente hoy es que esos apoyos son más intensos en los momentos en que, tras la recaptura de Joaquín “El Chapo” Guzmán, se vive una agresiva recomposición de los cárteles.
¿Quién maneja hoy a Jalisco Nueva Generación, el nuevo y deslumbrante cártel que comienza a ocupar plazas tradicionalmente operadas por Sinaloa, por los Golfos o por los Zetas?
¿Existen intereses de algunos altos mandos del gobierno federal, quienes a espaldas del presidente Enrique Peña Nieto están alentando el concepto de las narco-elecciones por motivos muy personales y de sucesión rumbo al 2018?
Quienquiera que lo está haciendo, está claro que no lo está operando desde el seno del PRI. En todo caso está forjando alianzas con opositores, en una carambola de tres bandas.
Primero, que en algunos de esos estados gane la oposición para hacer ver mal al presidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones, y tratar de frenar sus posibilidades 2018.
Segundo, garantizar que, en la consolidación del nuevo mapa de los cárteles, “los suyos” se vean sin reparo protegidos por los nuevos gobernadores “democráticamente electos”.
Tercero, tener de su lado aliados clave en media docena de entidades en donde –con el PRI o sin el PRI– será estratégico contar hasta con los gobernantes de oposición para hacerse de la llave de Los Pinos.
¿Alguien de la inteligencia federal le está poniendo atención a esto? Creo que vamos tarde.