NOTAS SUELTAS. Con todo respeto…
“Un vaso medio vacío de vino es también uno medio lleno, pero una mentira a medias, de ningún modo es una media verdad” (Jean Cocteau).
“Con todo respeto”. Esta es la frase tiene el poder de decir lo que a uno le venga en gana y cubrirse de la impunidad que da la advertencia emitida: usted podrá pensar o sentir lo que quiera o pueda, pero aquí mi chicharrón declarativo es el que truena.
Avanzar con la frase “con todo respeto” es ponerse el huarache social antes de espinarse o, si se quiere, sobar la cabeza del que será blanco de un coscorrón. Es como decir “a un lado que ahí va el golpe” en el diálogo cotidiano, que nos cubre con un manto de prudencia, de inmunidad y de satisfacción.
De prudencia, porque estamos denotando que sabemos que lo que sigue puede sacar roncha y, al tiempo que hacemos el juego, simulamos sacar las manos del asunto; de inmunidad, porque nos sentimos protegidos por esa manifestación de consideración hacia el otro sin necesariamente sentirla; y de satisfacción, porque anticipamos el logro de salirnos con la nuestra en un contexto en el que las palabras suplen a los hechos. La palabra es acción anticipada o memoria de lo actuado.
Cuando decimos “con todo respeto” hacemos funcionar un mecanismo que protege nuestra integridad, imagen y relaciones sociales, y que se proyecta como el levantamiento de la bandera de paz que disfraza el intercambio de balazos. Aquí no pasa nada, aunque pase, porque finalmente la verdad debe decirse.
Pero, resulta que la verdad requiere de algún lubricante para poder penetrar en donde debe, porque así, en seco, no sólo roza la piel sino que la raspa y lesiona, marcando a su objetivo con la descalificación o con el resultado de poner cara a cara al sujeto con su propia falibilidad, lo que ocasiona pena.
Las diferencias de opinión, los desacuerdos y las claudicaciones son parte del proceso de las libertades política y sociales, toda vez que la uniformidad sólo se da en el mundo de lo mecánico, de la obra humana objetivada que resulta de un modelo. Si en la industria es admisible, en lo social es totalmente indeseable.
Así pues, el error de la derecha mexicana, o internacional, viene siendo su propensión a la uniformidad, a la rigidez y a la exclusión de otras visiones y voces. Aquí el dogma de un mundo feliz y plano, sin rugosidades, diferencias o matices es el objetivo deseado y buscado por la acción política. Es lo que vemos en las marchas, las consignas, los reclamos y las acciones de carácter judicial o mediático que emprenden.
Que nos vamos a volver Cuba, o Venezuela; que nos están llevando al comunismo, que nos van a quitar la casa y el carro, que nos van a quitar los ahorros y recursos de que hoy disponemos.
O que van a cerrar los templos, porque son ateos y satánicos, que tienen pacto con el diablo y sus huestes infernales. Que estamos en una dictadura, con un gobierno autoritario enemigo de las libertades, que reprime las manifestaciones y la palabra de los opositores.
Sin embargo, los gritos y sombrerazos de los marchistas se han podido oír por todos lados, sin que alguien intentara coartar su derecho a vociferar consignas contra el gobierno o publicar desplegados o notas calumniosos y chorreantes de odio. Aquí, a diferencia de otras ocasiones, en las marchas de la oposición las campanas de las iglesias, como los mariachis, callaron.
Incluso, hubo una petición de la doctora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de AMLO, para que se quitara el video (el segundo revelado) que muestra el espectáculo grotesco del hijo de la dama de las gelatinas, encaramado en la prepotencia etílica, publicado por el conocido youtubero “Callo de Hacha”. Así, en vez de dejar correr el agua, la señora, madre agredida en su familia, se solidariza con la madre gelatinosa afectada por las acciones de un hijo malportado en plena campaña presidencial.
Eso de poner la otra mejilla para que se la ponchen en medio de un debate nacional es algo, digamos, que marca distancia entre el deseo natural de “el que la hace la paga” con las palabras y los hechos “políticamente correctos” de perdonar y apoyar.
Le confieso que prefiero una lucha donde se hable con claridad y no se pretendan ignorar ni justificar los errores y contradicciones de la oposición, antes que tratar de componerles la plana, de ser empáticos, muy buena onda, y “muy cristianos”.
En esta lucha política tenemos sólo dos sopas: una compuesta por retazos de pasado que huelen a podrido porque lo están, lo que incluye una muy conocida y obscena relación con la Casa Blanca y sus aspiraciones golpistas, y otra que busca un mejor futuro por vía de un proyecto transformador: Lo que se debate es la soberanía frente a la subordinación.
La insidia local más la de las “agencias de inteligencia” encargadas de la desestabilización internacional y vecinal, y la prensa (del tipo del Washington Post y el Financial Times, por ejemplo) que actúa como su caja de resonancia, se estrellarán contra la ciudadanía mexicana informada que ejerce sus derechos políticos y decide por México.
Honremos el deber moral y político de llamar a las cosas por su nombre, sin adornos, pero con justicia. Así pues, con todo respeto, ¡que se pudran!
En otro asunto: con todo respeto, pero ¿había necesidad de que probaran el volumen de los aparatos de sonido instalados en Oaxaca y Pino Suárez, para los eventos nocturnos de las Fiestas del Pitic, a las 4:30 de la mañana del jueves 23? ¿Serán imbéciles? ¿Imbéciles profundos? Sospecho que sí. Por lo pronto, ni un solo voto al Prian.
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Fecha de publicación viernes 24 de mayo de 2024