Nov 23, 2024

NOTAS SUELTAS. La marcha y los ánimos nacionales

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“La economía mundial es la más eficiente expresión del crimen organizado” (Eduardo Galeano).

 

 

Aún se arremolina el polvo de la megamarcha del domingo 27, convocada por el presidente López Obrador. Aún se siente el calor de una multitud potenciada por la emoción del fútbol, del desempeño del peso, nuestra moneda nacional que parece que la crisis internacional le hace lo que el viento a Juárez, del ingreso personal que parece sonreírle al ciudadano con el 20 por ciento de aumento en el salario y la promesa de festejos donde, según se ve, el cubrebocas y la paranoia de los contagios se arrugará entre libaciones y luces navideñas.

 

 

Pues ahora sabemos que la oposición a AMLO se retuerce como lombriz de tierra o, diría el chilango, como tlaconete en sal. Lo que sea más retorcible y lastimoso. También sabemos que las heridas producto de la ideología generan llagas purulentas que se traducen en aspiraciones presidenciales, como lo puede atestiguar el senador Monreal, coqueto personaje que ni es de aquí ni es de allá, sino todo lo contrario.

 

 

Mientras que Morena, el movimiento que no acaba de ser partido se convulsiona de risa, cuando no de coraje por la repentina revelación de un elenco agusanado de trepadores electorales ganado en la campaña presidencial y engordado en el trayecto hacia la siguiente, las voces de los auténticos militantes se escuchan cada vez con mayor fuerza en un ¡ya basta!, que promete ser épico, en la medida de su autenticidad.

 

 

La oposición prianista-pedorrista-emecista, arracimada en una especie de mazacote político-prostibulario se guiña el ojo a sí misma, y se pone exigente cuando el galán Monreal se acerca con intenciones lúbricas y concupiscentes, como si la castidad fuera auténtica, como si la blancura inmaculada de sus presunciones discursivas fuera convincente para los ciudadanos escuchas, que marchan acarreados por su convicción de “nunca más otro gobierno del prian”.

 

 

Así pues, viudos de su propio pasado, las hilachas partidistas se anudan y se desanudan en un lío patético que, lejos de atraer a los votantes y marchantes de fin de semana, los ahuyenta asqueados como lo hace la mierda embarrada en las instituciones del neoliberalismo, no por accidente o vandalismo, sino porque finalmente están revelando su esencia.

 

 

La marcha de López Obrador fue festiva, alegre y multitudinaria, sin comparación alguna con la marcha de la derecha zombificada y sus empleados domésticos, sus obligados aspirantes a torta o a dinero contante y sonante, que sirve para tapar conciencias y llenar huecos alimenticios del precarismo laboral.

 

Pero, ¿para qué sirve ser oposición si no se tiene una red de relaciones que huela a dinero y flatulencias empresariales? ¿Qué sería de nuestros autóctonos amigos del pasado de privilegios y pomposas muestras de corrupción sin el apoyo solapado, vergonzante y bajuno del Imperio norteño y de la prensa alcahueta con ánimos de fichera?

 

Lo que se ve como seguro y cierto es que la marcha es un síntoma y sus expresiones festivas y solidarias son el signo evidente de que el presidente y su proyecto no están solos; aunque, según se alcanza a ver, Morena y su parasitosis electoral se cuece aparte.

 

Esperemos por el bien del proyecto transformador que, a pesar de las limitaciones impuestas por los gobiernos neoliberales que empeñaron al extranjero hasta la camisa nacional (que pactaron con el Norte global un tratado comercial que permite la injerencia de los vecinos en cuestiones de nuestra casa, que encadena a la nación a intereses que no son necesariamente los nuestros), se pueda seguir adelante, con pasos y convicciones firmes, en la tarea de liberar al país y rescatar el espacio económico y político nacional.

 

México debe ser para los mexicanos, sin parasitismos ni abusos extranjeros que sangren el patrimonio y nos conviertan en colonia de explotación, o un protectorado aplaudido por traidores carroñeros. No puede haber una relación con el exterior sin respeto a la soberanía y al dominio nacional sobre sus recursos. En cualquier caso, las relaciones con el exterior deben ser respetuosas y justas.

 

Ahora, si hablamos de democracia y respeto a las instituciones, seguramente la marcha del domingo 27 llena con generosidad y plenitud las expectativas del pueblo que participa y grita su entusiasmo, no su odio mezquino a los cambios, porque el pueblo es el motor y la esencia de la transformación nacional que, como es lógico y deseable, crea y recrea el marco institucional que la contiene y representa.

 

http://jdarredondo.blogspot.com

 

 

PUBLICADO EL 04/DICIEMBRE/2022/DARÍO ARREDONDO LÓPEZ )

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