NOTAS SUELTAS. ¿Será cosa del sistema?

“Cambiar para que nada cambie” (El gatopardo).
Desde la segunda llegada de míster Trump a la casa Blanca parece que llueve al revés y que las víctimas resultan ser bestias peludas que tunden las carnes de forma continua e inmisericorde de los buenos y piadosos White Anglo-Saxon Protestant (blancos anglo sajones protestantes) que derraman democracia, financiamiento y tecnología a cambio de la soberanía, los recursos naturales y la conciencia de los pueblos parasitados.
Europa artrítica y viciosa, arracimada en una especie de asociación delictiva que presume de estar unida y ser el bastión defensivo de la civilización occidental, se apresta a apoyar las luchas lodosas de Estados unidos contra Rusia, China o quien se atraviese en la ruta por la hegemonía mundial, mientras el Sur global se debate entre la risa y el llanto.
Latinoamérica en general y México en particular asumen una posición decididamente ambigua que va de los pronunciamientos patrióticos a la prisa por servir de tapete al paso imperial por su territorio. No tenemos agua, pero estamos más que dispuestos a entregar unos buenos millones de litros a los texanos tras la amenaza arancelaria de Mr. Trump, faltaba más.
Estamos en una época de estrés hídrico y de sequía patriótica, donde el agua es el objeto del deseo y razón suficiente y necesaria para aflojar y cooperar bilateralmente. Tan es así que nos apresuramos a “tecnificar” regionalmente el riego y poner diques al libre flujo del líquido que es vital y escaso.
Cabe recordar que en aras de salvaguardar la “seguridad nacional” del vecino norteño, debemos compartir datos biométricos y vigilar la frontera con Guatemala, así como cuidar el agua y ser racionales en su uso. Lo anterior nos conecta con la información biométrica requerida por mandato de ley para alimentar bases de datos nacionales para afrontar las desapariciones de personas que un día sí y otro también son denunciadas en medio de llantos y mentadas de madre.
Asimismo, viene el plan hídrico que ofrece la construcción de tres presas en Sonora que, entre otras cosas, garantizaría (se dice) el abasto de agua a la ciudad de Hermosillo y favorecería el consumo humano y del sector productivo.
Lo de los datos biométricos es una idea que se ha planteado anteriormente teniendo como respuesta el rechazo social por invasiva de la privacidad de los ciudadanos y familias, y que ahora resulta renovada, “progresista” y necesaria para la pronta respuesta ante el fenómeno de los secuestros y las exigencias de “seguridad” del vecino anaranjado y arancelario.
Sobre lo otro, el agua y los planes sonorenses (sic), cabe señalar que nuestro estado ha sido el cercano objeto del deseo de varias administraciones arizonenses que hicieron cuentas de Guaymas como su puerto de salida, a lo que se agrega la transformación de Puerto Libertad y el Golfo de California como un área de necesaria renovación estratégica gasera, de cara a la fea competencia oriental.
Hasta aquí, resulta oportuno revisar a qué intereses pudiera responder la construcción de las tres presas que impulsa el gobierno estatal y abala el federal. Saltan como conejos dos núcleos de interés, el minero ligado a Larrea (Grupo México) y también complacer las directrices gringas respecto a la “tecnificación regional” del uso del agua.
Las comunidades rivereñas del río Sonora y Bacanuchi siguen con su salud y economía arruinada, gracias a Grupo México y su hazaña de convertir en vertedero tóxico el río y sus riberas. La ciudadanía sonorense es testigo de los impactos de una presa en su entorno regional productivo y doméstico, por eso las comunidades señalan la escasez o ausencia del agua, y señalan que la presa es anuncio de muerte ecológica.
Los planes hídricos actuales, en el caso de Hermosillo, van de la mano del asalto inmobiliario a los terrenos de la presa A. L. Rodríguez y áreas aledañas.
Hay la percepción pública de que la capital de Sonora es el escenario actual de una operación contra la naturaleza y a favor del interés privado, tanto en lo pequeño, como es robar espacio verde para construir locales comerciales en el Parque Madero, como en lo grande, como disponer de las tierras de la presa para fines comerciales privados.
Es claro que aquí ni la honestidad ni la dignidad se han coinvertido en costumbre. Se siente que el gobierno es el patio de recreo de oportunistas y chapulines. ¿Será cosa del sistema que se dijo vencido políticamente y que aún nos jode? ¿En todo caso, hasta cuándo?
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Fecha de publicación sábado 12 de abril de 2025 /