Abr 21, 2025

Papa Francisco: «médico de almas» que lidió con su salud desde joven

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La primera foto del Papa Francisco desde que ingresó al hospital Gemelli el 14 de febrero. | Crédito. Sala Stampa de la Santa Sede.

BUENOS AIRES. Tras completar sus estudios secundarios y graduarse como técnico químico, Jorge Mario Bergoglio, el futuro Papa Francisco, le anunció a su madre Regina que quería ser médico. Regina se alegró por la noticia y le acondicionó una habitación en la terraza de su domicilio del barrio de Flores (en la Ciudad de Buenos Aires) para que pudiera estudiar tranquilo. Sin embargo, tiempo después, cuando ingresó para limpiar el cuarto, se topó con una sorpresa: libros de teología y filosofía en lugar de textos de anatomía.

– Jorge, vos me dijiste que ibas a estudiar medicina.

– Sí, mamá.

– ¿Por qué me mentiste?

– No te mentí, mamá, voy a estudiar medicina del alma.

La anécdota la recordó una hermana del Papa (María Elena) en el libro Francisco. El Papa de la gente (Aguilar, 2013), de la periodista Evangelina Himitian. Y quizás anticipaba dos compromisos o miradas que signarían la vida de Bergoglio, quien falleció en la madrugada de este lunes 21 en Roma luego de 12 años de papado: su fuerte vocación pastoral y su mirada de la medicina como una profesión noble que permitía ayudar y acompañar a quienes más sufren.

En 2019, durante una reunión con médicos católicos, recordó que las primeras comunidades cristianas presentaban a menudo a Jesús como un «médico», por su atención constante y compasiva hacia quienes sufrían todo tipo de enfermedades. «Ustedes son llamados a estar cerca de los que pasan por momentos de prueba a causa de su enfermedad. No se puede curar ni ser curado sin esperanza. En este sentido todos estamos necesitados y damos gracias a Dios que nos da esperanza, pero también estamos agradecidos a quienes trabajan en la investigación médica, la cual ha logrado grandísimos avances en los últimos cien años», les dijo, según consignó Vatican News.

Bergoglio debió interactuar con médicos desde muy joven, quienes le salvaron la vida al menos dos veces antes de cumplir 45 años. Cuando tenía 21, según recordó en una entrevista con el médico y periodista Nelson Castro para el libro La salud de los Papas (Sudamericana, 2021), tuvo un cuadro febril durante una epidemia de gripe que tuvo una «evolución tórpida». Un eminente especialista en neumología al que denominó como «doctor Zorraquin» (quizás, el Dr. Victorio Aracama Zorraquin, destacado cirujano torácico de la época) encontró tres quistes en el lóbulo superior del pulmón derecho, así como un derrame pleural bilateral que le producía dolor y dificultad respiratoria.  Y aunque inicialmente le realizaron punciones pleurales, en octubre le anunciaron que debían extirpar el lóbulo afectado porque existía la posibilidad de una recaída.

«No es que no estuviese preocupado, pero siempre tuve la convicción de que me iba a curar. La operación fue una gran operación. La cicatriz de la incisión quirúrgica que me hicieron va desde la base del hemitórax derecho hasta su vértice. Fue una intervención cruenta. Según me contaron, se trabajó con el separador [costal] de Finochietto y se debió hacer mucha fuerza. Por eso, al recuperarme de la anestesia, los dolores que sentí fueron muy intensos», evocó el Papa. Sin embargo, aseguró que en los años posteriores nunca experimentó disnea o fatiga que restringieran sus actividades.

Fecha de publicación lunes 21   de abril de 2025 /Medscape

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