Procurador brasileño se va contra los expresidentes
RÍO DE JANEIRO, BRASIL. — El procurador general brasileño Rodrigo Janot está a días de dejar el cargo, pero no por eso ha disminuido su carga laboral. La semana pasada pidió abrir una nueva investigación contra el presidente Michel Temer por posible lavado de dinero en asignaciones portuarias en Santos, en São Paulo (después de que el mandatario librara otros cargos de corrupción cuando la Cámara de Diputados descartó mover el caso ante el Supremo Tribunal Federal), y ayer Janot acusó a los expresidentes Dilma Rousseff y Luiz Inácio Lula da Silva, junto con seis integrantes de alto nivel del Partido de los Trabajadores, de formar una organización delictuosa para desfalcar Petrobras.
Uno de los exjefes de personal de Rousseff y Lula, Antonio Palucci, describió ayer en una comparecencia cómo habría funcionado parte del esquema criminal al sentenciar que hubo un “pacto de sangre” con el empresario Emílio Odebrecht, de la constructora con el mismo apellido. La investigación a Odebrecht ha revelado múltiples casos de sobornos en toda Latinoamérica.
Junto con el juez Sérgio Moro y otros del Poder Judicial brasileño, Janot ha decidido no rehuir a casos con carga política al pensarse como uno de los soldados en la lucha por establecer el Estado de derecho en el país, de acuerdo con analistas.
Janot debería dejar su puesto el 18 de septiembre, cuando lo asumirá Raquel Dodge, nombrada por el presidente Michel Temer.
El procurador general Rodrigo Janot, cuya gestión termina este mes, describió los gobiernos de Da Silva y de Rousseff básicamente como fachadas de una empresa criminal a través de la cual políticos de alto rango obtuvieron alrededor de 450 millones de dólares de parte de entidades que incluyen la petrolera estatal Petrobras y el Banco de Desarrollo de Brasil. Además de su condena, Da Silva ha sido acusado por aceptar sobornos de montos relativamente modestos.