¿Quiénes son los verdaderos responsables de la salud mental de nuestros niños?
CIUDAD DE MÉXICO. MX. ALEJANDRO FEREGRINO.— Jaime Rodríguez Calderón no es conocido por su elocuencia. Por el contrario, el gobernador de Nuevo León es autor de perlas como «a una niña gorda no la quiere nadie» o «yo creo que Calderón venía crudo o pedo». Sin embargo, durante la conferencia de prensa posterior al ataque del Colegio Americano del Noreste, en el que un estudiante adolescente hirió gravemente a su maestra y a tres compañeros, El Bronco hizo un llamado interesante a los padres de familia: «tienen que colaborar con los maestros, tienen que regresarle el poder de la autoridad al maestro».
Cuando comenté esa frase con un buen amigo, directivo de un colegio privado, me lo dijo de otra forma: «a ojos de algunos papás, sus hijos son los mejores y los maestros somos unos pendejos».
Este es precisamente uno de los puntos que más preocupan al psicoanalista, ensayista y profesor italiano Massimo Recalcati. Entrevistado por el diario español El Mundo, Recalcati asegura que los padres se han convertido en sindicalistas de sus propios hijos, en vez de apoyar el trabajo de los profesores. «Para Freud existía un vínculo espiritual entre padres y docentes.
Hoy, este vínculo se ha deshecho. Cuando un profesor asume la responsabilidad de suspender a un alumno o iniciar un procedimiento disciplinario, las familias lo miran con sospecha. Se preguntan: ¿No estará abusando de su posición de poder? ¿No estará infravalorando la calidad de nuestro hijo?».
La mitad de las personas que buscan atención especializada en salud mental reciben un tratamiento inadecuado.
Hasta los primeros días de este año, el pensamiento general en México era que los tiroteos en escuelas y universidades eran exclusivos de Estados Unidos. La razón –creíamos- era la facilidad con la que se puede adquirir un arma en el país vecino. Sin embargo, gracias a Internet, es sencillo comprar un arma casi en cualquier capital de México.
Ese mantra de que «en México eso no pasa» parece haber terminado.
De acuerdo con el Instrumento de Evaluación para Sistemas de Salud Mental de la Organización Mundial de la Salud (IESM-OMS), solo 2% del presupuesto que destina el gobierno federal al sector salud va para la salud mental. De este dos por ciento (la media en países desarrollados supera el 3.5 por ciento) 80 por ciento se destina a los hospitales psiquiátricos que, además, son a todas luces insuficientes. Va otro dato: la mitad de las personas que buscan atención especializada en salud mental reciben un tratamiento inadecuado.
Esta es la realidad que vive nuestro país en esta materia. Pero en el caso de niños y adolescentes es aún más alarmante.
La mayoría de los pacientes que son atendidos por algún problema de salud mental son adultos; solo 27 por ciento de quienes se atienen en unidades ambulatorias son niños o adolescentes; y en el caso de los hospitales psiquiátricos solamente seis por ciento son menores de edad.
La Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica señala que 50% de los trastornos mentales inician antes de los 21 años de edad; y 24.7% de los adolescentes se encuentran afectados por uno o más problemas de salud mental.
No hemos sido capaces de detectar a tiempo los problemas de salud mental de nuestra niñez.
Para complicar aún más las cosas, según el estudio, «existe un escaso contacto entre el sector salud y otros sectores en actividades relacionadas con la salud mental», por ejemplo, el educativo.
Sin ir más lejos, solo cinco por ciento de las escuelas cuenta con un psicólogo.
No hay que hacer un gran ejercicio de razonamiento para entender que no hemos sido capaces de detectar a tiempo los problemas de salud mental de nuestra niñez.
En México hay armas (muchísimas) en el mercado ilegal; en Internet hay comunidades que hacen apología de la violencia e incluso incentivan la comisión de delitos (a uno de ellos pertenecía el atacante de Monterrey); y nuestras instituciones educativas no tienen protocolos adecuados para detectar algún tipo de trastorno antisocial de la personalidad (psicopatía o sociopatía). Es decir, existen condiciones para que ocurra otro ataque similar. Sin ir más lejos, en la delegación Azcapotzalco, después de la tragedia del Colegio Americano, autoridades locales decomisaron una pistola a un menor de 13 años de edad en una secundaria. Solo en la capital del país el año pasado fueron detenidos 22 adolescentes por portación de arma de fuego.
Los gobiernos federal y locales tienen todo el trabajo por delante, han sido negligentes al respecto y tienen una gran responsabilidad en este tema.
Tomando en cuenta todos estos datos, no se vislumbra una solución institucional en el corto plazo. Los maestros y los padres de familia son los pilares de la educación de los niños y adolescentes. ¿No es este un buen momento para un nuevo pacto? El empoderamiento de los maestros y el fortalecimiento de la comunicación con los padres de familia sería un gran arranque.
(Fecha de publicación 21032017) Con info de The Huffington Post México.