Nov 25, 2024

EL REINO DE LOS SÁTRAPAS. Padrecistas al filo de la navaja

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HERMOSILLO, SONORA. MX.— Entre junio y septiembre de 2015, Francisco Arnaldo Monge Araiza, “pancho platas” para sus amigos, y titular en ese entonces del Consejo Estatal para la Concertación de la Obra Pública Cecop, tuvo sus últimas apariciones públicas.

 

 

Una de ellas fue en los patios traseros del antiguo edificio que, durante décadas, albergó al Instituto Sonorense de la Juventud.

 

Esa vez, lo acompaño Damián Zepeda Vidales, candidato a la alcaldía de Hermosillo, y Julio Gutiérrez, director del mencionado instituto.

 

Con bombo y platillo, gráficas electrónicas incluidas, además de lonas y mantas, “pancho platas” dijo que el edificio que se construiría para los jóvenes de Sonora, albergaría el mejor equipamiento, las áreas más funcionales y las instalaciones más modernas que se pudieran esperar.

 

A pregunta expresa de los medios de comunicación, sobre la posibilidad real de terminar el inmueble en menos de tres meses, el siempre arrogante y presuntuoso “pancho platas” dijo: he terminado obras tres veces más grandes que ésta, en la mitad del tiempo.

 

El edificio que finalmente construyó para el ISJ, es la mejor manera de representar su paso por el Cecop, y la despiadada forma de desviar recursos a donde se le indicará.

 

Meses después, el panista Julio Gutiérrez le entrego a la priista Brianda Vivian Martínez, actual directora del ISJ, un edificio obsoleto, incompleto, nada funcional, sin terminar en la mayoría de sus áreas, que más que una obra del gobierno padrecista, parecía un bodegón improvisado de cualquier constructora, para almacenar material a destajo.

 

Si usted quiere saber cómo operó durante seis años el “pancho platas”, vaya a observar este desvencijado edificio, que según el gobierno padrecista, costó millones de pesos en obra, y podrá entender que el descuido, la despreocupación, la improvisación y el descaro, constituyeron su principal estilo de hacer política.

 

A colación el comentario, para entender la posición que, de nueva cuenta, toma la diputada local de Puerto Peñasco, Célida Teresa López Cárdenas.

 

Ella, olvidando que su posición se la debe al voto de los ciudadanos (en teoría al menos), ha utilizado la tribuna para la defensa a priori y posteriori de ciertos padrecistas que, ante la comisión de delitos, enfrentan el brazo de la justicia.

 

Y esta vez, olvidando la relación que el aparato legislativo guarda con los medios de comunicación, atacó también a quienes, en el ejercicio de la libertad de expresión, no están obligados a defender sus causas personales, ni a sus viejas amistades, como ella pretende que suceda.

 

Durante doce meses también, la porteña legisladora ha defendido un estatutario concepto de “debido proceso”, sin que hasta la fecha reconozca que ese al que se refiere, solo lo aprobaría si declara la inocencia de quienes ella supone, no deben ser ni señalados, ni investigados, ni detenidos y mucho menos, enjuiciados.

 

Por otro lado, Carlos Fu Salcido, diputado por Agua Prieta, hizo también lo propio, aunque en una posición más conciliadora.

 

Con una retórica de las que acostumbra pronunciar, señalo errores, carencias e inconsistencias del primer año de administración claudillera, aderezadas con leves expresiones de reconocimiento hacia lo que se ha hecho bien, desde su perspectiva.

 

El detalle, en ambos casos, en el de Célida López y en el suyo propio, sería calificar el trabajo que han hecho en sus respectivos distritos.

 

No el de llevar y entregar despensas, o el de apoyar el deporte o sortear becas. Tampoco el de regalar uniformes, pintar aceras, o señalar vialidades. La calificación sería en base estricta a su trabajo legislativo, no solo por Puerto Peñasco o Agua Prieta, sino por todos y cada uno de los municipios y ejidos que comprenden sus respectivos distritos electorales.

 

A ojo de buen cubero, sin complicadas formulas, y sin necesidad de medianías comparaciones, el trabajo legislativo de ambos, en este primer año de gobierno estatal, es el que realmente deja mucho que desear, y no el que intentan sentenciar en relación a la procuración de justicia, o en el de resultados fehacientes.

 

Célida Teresa López piensa que su trabajo en el Congreso del estado, está ad hoc para defender el comportamiento de sus padrecistas amigos y compadres, y apartarlos de la acción de la justicia.

 

Carlos Fu, incongruentemente, señala carencias en varias áreas que él como legislador, no debió permitir, en todo caso, que quedarán desamparadas, pero que, además, en Agua Prieta no reconocen.

 

Héctor Ruvalcaba, alcalde agua pretense, ha dicho en incontables ocasiones que, el apoyo y el esfuerzo de Claudia Pavlovich Arellano y de toda su administración estatal, han sido de primer nivel para el municipio que él encabeza.

 

Sin duda, Célida López y Carlos Fu deberían, como padrecistas que son, y en víspera de los informes municipales de sus distritos, esperar primero a ver cómo les va con su trabajo como diputados, para después, si salen sin pecado, tirar la primera piedra contra el gobierno estatal.

 

@mensajero34 elmensajero.mx
FECHA DE PUBLICACIÓN.13092016

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