EL REINO DE LOS SÁTRAPAS: El rostro oculto de Guillermo Padrés Elías
HERMOSILLO, SONORA.MX. GILBERTO ARMENTA. — En 1997, el oriundo de Cananea no tenía la menor idea que trece años después, sería gobernador de Sonora.
En ese año, estaba concentrado en capitalizar, como propietario, el éxito del antro Company Disco Bar, centro de diversión de moda, particularmente, de la élite de narcotraficantes que han controlado ese triángulo con vértices en Cananea, Naco y Agua Prieta.
El joven memo, de apenas 27 años de edad, se codeaba desde entonces con distintos grupos de poder.
Al mismo tiempo, Francisco García Gámez, minero y sindicalizado de la otrora poderosa sección 65 de Napoleón Gómez Sada, empezaba a coquetear con la candidatura a la alcaldía de Cananea, y a la distancia, vislumbró al joven y carismático empresario que regenteaba el Company Disco Bar.
La invitación a competir junto a él por el Distrito local VII, representando ambos al PRI, no se hizo esperar. Ese fue el acercamiento más cercano que tuvo Padrés Elías con el tricolor.
Apenas habían acordado su intención de competir juntos, cuando Armando López Nogales, entonces candidato del PRI a la gubernatura, mandó señales distintas a Cananea, y los elegidos por el tricolor fueron otros.
Francisco García Gámez, sintiéndose traicionado y rebajado, tomó de la mano a Guillermo Padrés Elías, y juntos tocaron la puerta en el PAN. Ante la propuesta de una campaña por la alcaldía de Cananea y el Distrito VII sin invertir un solo peso, el albiazul les entregó la llave de la casa, y se pusó a la disposición de ambos.
El PAN sonorense de ese 1997 no tenía ni pies ni cabeza. Disputas internas por la candidatura, el desplazamiento de Ramón Corral y Adalberto Rosas, la destitución del CDE por diferencia de opiniones, la llegada del chihuahuense Manuel Espino a dirigirlos, la intervención del beltronismo, y la nominación como candidato a la gubernatura del desconocido Enrique Salgado Bojórquez, obligó a los comités municipales a tomar decisiones propias.
Eso fue la clave del éxito para que un reconocido y respetado minero de Cananea, y un adinerado e influyente empresario del giro negro, tomarán el control de Acción Nacional en Cananea.
Pancho García gana la alcaldía, y el memo Padrés la diputación.
Poco tiempo después, Juan Molina, gerente del Company Disco Bar, enfrenta una crisis empresarial relacionada, aparentemente, con la actividad como narcomenudista de uno de sus meseros.
El entonces diputado Guillermo Padrés Elías soluciona el conflicto de inmediato, y decide vender el negocio de sus amores que, bajo nueva administración, empezó a conocerse como Apocalipsis.
Casi al mismo tiempo, Guillermo Padrés Elías y Francisco García Gámez tuvieron diferencias personales, irreconciliables durante los siguientes años.
Pero en ese momento, la vista del memo empieza a apuntar por encima del cerco, y en las elecciones siguientes, en las del 2000, derrota a Roberto Sánchez Cerezo, vaca sagrada del PRI, para convertirse en diputado federal por los siguientes tres años.
De 1997 al 2003, el memo Padrés no es un diputado de resultados, sino un voraz político que, utilizando la plataforma del PAN, armaba ya su estrategia pensando en competir en grandes ligas.
Esta lucha por el poder, lo llevó a apoyar en el 2003 a Ramón Corral rumbo a la candidatura a la gubernatura de Sonora, enemistándose con Adalberto “pelón” Rosas de Cajeme.
Nunca se imaginó que eso descarrilaría su proyecto insignia a partir del 2009, ya como gobernador de Sonora.
La campaña del 2003 la pierden ante Eduardo Bours y, además, es humillado por Francisco Burquez quien le gana la dirigencia del partido. Por eso se refugia, lamiendo sus heridas, en la sub delegación de Sagarhpa.
Así, del 2003 al 2006, su corazón se envenena en contra del gobernador priista, a quien acusó de haberles robado la gubernatura, y también en contra del PAN, de quien resintió siempre no haberle elegido como su dirigente.
En el 2006 aceita la maquinaria que pasa por encima de todo lo que oliera a panistas de abolengo, aliándose, al amparo del calderonismo, con delegados federales en Sonora, y liderazgos no panistas de toda naturaleza.
Sus decisiones como senador, – pensando en devaluar la imagen de su homólogo del PRI en el senado Alfonso Elías Serrano -, iban en detrimento de los sonorenses, ya que siempre votó en contra de las propuestas del zurdo de Arizpe.
Su visión se concentraba en debilitar a quien sería su contrincante en el 2009, no en ayudar a Sonora.
En el comité estatal del PAN, esa desesperada intención por ser el candidato no era bien vista. Su paso por la coordinación de la campaña de Ramón Corral seis años antes, había lastimado muchas susceptibilidades.
Pero, “echado pa’delante” como el memo presumía ser, se enfrentó a Enrique Reina Lizárraga, entonces presidente del CDE, y declarándole la guerra, le dijo que el candidato sería él, y no David Figueroa Ortega, a quien ese comité apoyaba con todo.
Así el candidato del PAN a la gubernatura por Sonora fue Guillermo Padrés Elías.
A nadie en el PAN le importó entonces que su candidato hubiera sido precursor de los giros negros en su natal Cananea. Tampoco que su desempeño como diputado local y federal haya sido no solo pobre, sino totalmente nulo.
Tampoco les importó a los panistas que, como senador electo, jamás hubiera hecho nada por Sonora, salvo financiar su pre campaña de tres años con recursos públicos.
A nadie, ni aún a los candidatos de otros partidos, les intereso el aurea de escándalos familiares que rodeaban al candidato de Acción Nacional, que hablaban de supuesta violencia intrafamiliar, adulterio e hijos fuera de matrimonio.
Curiosamente, de aquel viejo escándalo de narcomenudeo de 1997, nadie se acordó.
Este perfil amafiado y de sicario político fue, finalmente, el que exhibió como gobernador del 2009 al 2015, y el resto, ya es historia.
Hoy, Guillermo Padrés Elías, sin duda, ha pensado muchas veces que hubiera sucedido, si su decisión hubiese sido seguir con su Company Disco Bar en Cananea.
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(Fecha de publicación 25102016)