Un grupo de intelectuales mexicanos pide la desaparición del Partido Verde
10022016.CIUDAD DE MÉXICO. MX.JUAN DIEGO QUESADA.— El Partido Verde de México (PVEM) tiene poco de ecologista, por más que su nombre lleve a engaño. La formación, un satélite del Partido Revolucionario Institucional (PRI), defiende la pena de muerte, la cadena perpetua a secuestradores y permite mediante concesiones en los lugares donde tiene capacidad de decisión la minería a cielo abierto o la construcción de complejos hoteleros en áreas protegidas. Un grupo de intelectuales mexicanos, en un manifiesto hecho público esta semana, considera que su mera existencia es “una vergüenza” y solicita que se extinga para mejorar la salud democrática del país.
Los pseudoecologistas, de acuerdo al documento firmado por 357 personas del mundo académico, de asociaciones civiles y trabajadores gubernamentales, han hecho “un evidente desprecio” por las causas ambientales que han surgido en México. Los firmantes recuerdan que su campaña a favor de la pena capital hizo que en 2009 el Partido Verde Europeo y una red de partidos ecologistas de todo el mundo rompieran relaciones con los verdes mexicanos.
“Una razón muy elemental para firmar este documento: México está anegado de corrupción y es necesario combatir sus expresiones más grotescas. El Verde es la expresión más acabada de la corrupción de los partidos políticos mexicanos. Rompe con todos los criterios de una sociedad democrática”, opina Sergio Aguayo, un intelectual independiente que ha estampado su firma en el manifiesto.
El Partido Verde cuenta con apoyos en las televisoras Televisa y Tv Azteca, donde algunas de sus figuras más relevantes, presentadores y actores, a menudo prestan su imagen para las campañas publicitarias del partido. Armando Melgar, senador del Verde, fue director del Canal 40, de Azteca. La hija del dueño de esta empresa, Ninfa Salinas, también es legisladora ecologista.
Contraviniendo las leyes, en plena jornada electoral en junio del año pasado, la formación coordinó a personajes relevantes en Twitter —como el entonces seleccionador de fútbol, Miguel Herrera— para que escribieran mensajes de apoyo. En la prensa local trascendió que algunos de estos famosos que se habían prestado a vender su ideología habían cobrado hasta 50.000 dólares.
El Verde no es un partido menor. Es la cuarta fuerza en el Congreso mexicano, con 42 diputados, solo por detrás del PRI, el Partido de Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), las fuerzas más clásicas.
El Partido Verde supera a Morena, el grupo que fundó alguien con tanta masa electoral como el izquierdista Andrés Manuel López Obrador. La formación gobierna en uno de los Estados, Chiapas, con mayor índice de pobreza de México. “Ese es su principal granero de votos”, explica Sergio Aguayo, “y hay indicios de que recurrieron a la compra y coacción de votos en esa región”.
El documento firmado por los intelectuales sostiene que sus dirigentes no actúan en favor de un México mejor, sino que se ocupan de brindar facilidades a inversores nacionales y extranjeros “cayendo en actos de corrupción y de reparto de posiciones entre familiares y amigos”. La bandera verde que agitan, se lee en el informe, es una total mentira.
En época electoral el Partido Verde inunda las calles de publicidad. Con sus spots en tono de telenovela y con el ecologismo como bandera pretenden llegar a un público cansado de los partidos tradicionales y sensible con el ecosistema. Sin embargo, los intelectuales que han alzado la voz han mostrado su repudio “por estos engaños”. “El PVEM no representa una visión ambiental y por el contrario es cómplice de profundos daños ecológicos, sociales, éticos, electorales y económicos que la nación mexicana no se merece”, expresa el manifiesto.