Nov 1, 2024

Urgente, formar una Comisión Ordinaria de Política Monetaria y Banca Central

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*Dicha Comisión estaría abocada a examinar, vigilar y evaluar rigurosa y regularmente los resultados de la política monetaria

*La difusión de una cultura monetaria y financiera coadyuvaría a avanzar hacia una efectiva rendición de cuentas del Banco de México al Congreso

13012016.MÉXICO.MX.— La formación de una Comisión Ordinaria de Política Monetaria y Banca Central en ambas cámaras del Congreso, abocada a examinar, vigilar y evaluar de manera rigurosa y regular los resultados de la política monetaria y de las demás funciones sustantivas del instituto central, resulta una tarea urgente e inaplazable.

El maestro Fernando Javier Chávez Gutiérrez, profesor-investigador del Departamento de Economía de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), señala en el artículo Por una nueva relación institucional entre el Banco de México y el Congreso, que el Poder Legislativo tiene una estructura anacrónica que le impide ser un agente activo y receptivo con calidad –deliberativa y resolutiva– frente a la rendición de cuentas horizontal del Banco de México.

“Cambiar o reformar esa estructura es indispensable para cumplir con su responsabilidad constitucional y legal de evaluar regularmente los resultados de la política monetaria”.

También está de por medio en esa posible reforma el fortalecimiento de la autonomía del banco central y de la misma reputación social y técnica que debe tener para operar y quedar libre de toda sospecha.

El trabajo –publicado en diciembre de 2015 en el Reporte Macroeconómico de México, edición mensual de El Observatorio Económico de México de la Unidad Azcapotzalco de la UAM– sostiene que la difusión masiva de una cultura monetaria y financiera entre la sociedad civil y política coadyuvaría a avanzar hacia una efectiva rendición de cuentas horizontal del Banco de México al Congreso.

El maestro Chávez Gutiérrez precisó que “la democracia mexicana reclama que el Congreso sea un interlocutor activo, informado y competente para la evaluación efectiva de los resultados de la política antiinflacionaria y de las otras funciones sustantivas del Banco de México”.

Siempre “considerando su impacto directo en el empleo, los salarios, el tipo de cambio, las tasas de interés y en otros indicadores macroeconómicos que nos llevan a calibrar el bienestar de las familias”.

Si bien se reconoce enfáticamente que tanto la trasparencia como la comunicación del instituto central son cada vez mayores y mejores, no se traduce siempre en una rendición de cuentas horizontal y efectiva, la cual supone un ejercicio de evaluación sistemática por parte del Poder Legislativo de los resultados del funcionamiento de la institución central.

La opacidad y el hermetismo no son ya propiedades estructurales del Banco de México: la transparencia y la comunicación son valores y propiedades que determinan la conducta institucional de aquél.

En ese sentido es necesaria la reestructuración de la capacidad de recepción del Congreso ante las obligaciones de la Junta de Gobierno del banco central, en particular de su gobernador.

El trabajo expone que las reglas no escritas que regulan las relaciones entre la Secretaría de Hacienda y el Banco de México, así como entre éste y el Congreso insinúan complicidades invisibles entre tales entidades del poder público que debilitan el modelo de banca central autónomo iniciado en 1994.

El poder adquisitivo estable de la moneda nacional, razón de ser de las decisiones del instituto central, es ante todo un objetivo compartido en el país y entender más y mejor los mecanismos que lo logran es una tarea social obligada.

El también editor de la publicación indicó que más allá de las formalidades que hay en la relación instituida entre ambos órganos del Estado, la rendición de cuentas del Banco de México al Congreso deja mucho que desear.

El nuevo paradigma en el funcionamiento de la banca central que predomina en muchos países se sostiene de cuatro componentes interconectados que se condicionan recíprocamente: autonomía, rendición de cuentas, transparencia y credibilidad.

En el contexto de ese modelo de banca central en el que se mueve el Banco de México –con una estrategia monetaria basada en objetivos de inflación y con el régimen cambiario de flotación– es innegable que la rendición de cuentas (accountability) del instituto central al Congreso es horizontal y puede y debe ser un componente sustantivo de la modernización democrática del país, en el que la eficiencia de lo hecho por el banco central y el monitoreo y la evaluación por parte del Congreso tienen que ser orgánicamente indisolubles.

La tesis es que aún no hay capacidad real del Congreso para hacer su trabajo frente a lo que informa y transparenta el banco central sobre sus funciones sustantivas.

Las formalidades son cubiertas, pero no hay instrumentos ni mecanismos para que el Congreso garantice el control parlamentario que lleve al “examen, la vigilancia y la supervisión del gobierno y los organismos públicos, con inclusión de la política y la legislación”.

Ejemplo de la incapacidad del Congreso para garantizar que se cumpla una efectiva rendición de cuentas horizontal del Banco de México es la inexistencia, en ambas cámaras, de una comisión ordinaria que se aboque a examinar, vigilar y supervisar lo que hace el instituto central.

Por ello la historia de sólo ocho comparecencias intrascendentes de tres gobernadores del banco central ante el Senado, entre 1994 y 2015, se explica en buena medida por la carencia total de una comisión senatorial especializada en los complejos temas de la política monetaria.

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