Xochimilco, un vestigio de la vida precolombina, al borde de la extinción
CIUDAD DE MÉXICO. MX. VICTORIA BURNETT. — Con sus aguas verdosas y sus garzas azules, los canales y las granjas insulares de Xochimilco, al sur de Ciudad de México, son todo lo que queda de la extensa red de relucientes vías navegables que tanto sorprendieron a los invasores españoles cuando llegaron al lugar hace 500 años.
Sin embargo, la fragilidad de este vestigio de vida precolombina fue revelada el mes pasado, cuando un orificio de seis metros de profundidad se abrió en el lecho del canal, drenó agua y alarmó a cientos de operadores de trajineras y campesinos que dependen de las vías navegables para sus ingresos.
El agujero intensificó un conflicto latente en torno a unos pozos cercanos, los cuales extraen agua del suelo de Xochimilco y la transportan a otros lugares de la ciudad. También revivió las preocupaciones acerca de un proceso de declive, provocado por la contaminación, la invasión urbana y el hundimiento, que residentes y expertos temen pueda destruir los canales en cuestión de algunos años.
“Esta es una advertencia”, dijo Sergio Raúl Rodríguez Elizarrás, geólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México. “Estamos llevando los canales al borde de su extinción”.
Xochimilco, al sureste de Ciudad de México, es hogar de más de 2428 hectáreas de pantanos protegidos, rodeados de densas calles. Aquí, los campesinos cultivan omero, maíz y acelgas en chinampas, islas formadas con una técnica que data de la época de los aztecas, a partir de sauces, lirios y lodo.
El Embarcadero Cuemanco con sus trajineras, botes planos que llevan a los turistas a través de los canales de Xochimilco, que es hogar de más de 2428 hectáreas de pantanos protegidos Credit Adriana Zehbrauskas para The New York Times
Los residentes navegan el área de cerca de 160 kilómetros en canoas, como lo han hecho durante siglos. Los fines de semana, miles de turistas comen al aire libre y celebran en trajineras, barcas que se pintan de colores brillantes.
“Este es el último vínculo que nos conecta con nuestro pasado prehispánico”, dijo hace poco Ricardo Munguía, un artista y guía turístico, mientras avanzaba a través de la niebla de la mañana en una lancha de motor. Mientras pasó un campo de tallos de maíz rotos, un pelícano sobrevoló por donde estaba y se deslizó por encima del agua, deteniéndose con sus alas anchas.
“Nos rompería el corazón si llegáramos a perder esto”, dijo Munguía.
Por bucólicos que parezcan los canales, la intensa explotación de los acuíferos del agua a lo largo de los últimos 50 años ha agotado los manantiales, por lo que las autoridades han tenido que rellenar las vías acuáticas desde una estación depuradora de aguas residuales cercana.
Cuando la tierra se seca, se hunde, agrieta edificios y forma repentinos cráteres como el que apareció el 24 de enero, a 45 metros de un embarcadero.
Los lancheros del embarcadero, conocido como el Embarcadero Zacapa, dijeron que se dieron cuenta del agujero cuando apareció un remolino, como el que se forma cuando el agua se va por el drenaje en una tina. Para cuando los ingenieros habían bloqueado esa parte del canal con bolsas de arena varias horas después, el nivel del agua había bajado cerca de 25 centímetros.
Desde entonces, las casi 80 trajineras en Zacapa han estado en su mayor parte vacías, pues los turistas se van a embarcaderos rivales, dijeron los lancheros… aunque aún pueden llegar a los canales en una dirección. En un domingo reciente, los botes estaban alineados como filas de llamativos zapatos, pero ninguno tenía clientes.
Arreglando un agujero en el lecho del canal cerca del Embarcadero Zacapa. Este sistema de vías acuáticas e islas artificiales, que está en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, se ve amenazado por el desarrollo y la explotación acuífera. Credit Adriana Zehbrauskas para The New York Times
“Estamos impactados”, dijo Iván Montiel Olivares, de 18 años, quien ha trabajado en las trajineras durante diez años. “Si las cosas empeoran, ¿qué haremos?”.
Juan Velázquez, un lanchero de cincuenta y tantos años que estaba limpiando su cubierta, dijo que los fines de semana normalmente ganaba unos 300 pesos (15 dólares) al día, más propinas. Los últimos dos fines de semana solo ganó 50 pesos (2,50 dólares) cada día.
“La naturaleza nos está haciendo pagar por lo que le hemos hecho”, dijo.
La Ciudad de México fue construida sobre el lecho de barro de un lago y se ha estado hundiendo durante siglos. La Catedral Metropolitana se ladeó tanto que los ingenieros reforzaron los cimientos para que por lo menos se hundiera de manera uniforme.
Para lentificar el colapso del centro de la ciudad, donde algunas zonas se hundieron cerca de ocho metros durante el siglo pasado, en los sesenta funcionarios dejaron de extraer agua del centro y comenzaron a hacerlo de pozos cercanos a Xochimilco, una decisión que los expertos consideraron una “sentencia de muerte” para los canales.
José Felipe García, el director general de Protección Civil de la delegación Xochimilco, dijo que el canal debería regresar a la normalidad para finales de febrero. Por teléfono, señaló que el agujero —que se rellenó— fue el resultado del hundimiento y las fallas geológicas debajo del área.
Sin embargo, Rodríguez, el geólogo, dijo que era parte de un horrible patrón de colapsos provocados por el humano en la zona.
Khaled, de seis años, en la propiedad de su familia, cerca de uno de los canales de Xochimilco. Las chinampas de la zona, o mercados flotantes, son vestigios de la ciudad azteca de Tenochtitlán que fue invadida por los españoles en 1521. Credit Adriana Zehbrauskas para The New York Times
A 800 metros del embarcadero de Zacapa, se abrió un cráter de casi dos metros de profundidad en noviembre, por lo que un camino principal se partió y quedaron atrapados dos pequeños autobuses, según los residentes.
Eduardo Sandoval, un ingeniero de estructuras que vive en el vecindario Santa María Nativitas y encabeza una organización que lucha por los derechos de agua, dijo que los agujeros eran una señal de que los problemas se estaban “acelerando”.
El agua en Nativitas ha sido fuente de una tensión sin fin, según Sandoval, pues 130 casas han resultado dañadas por los hundimientos. Los camiones se llenan en el pozo local y venden el agua en el mercado negro, pero las casas que están cerca del pozo solo pueden tener agua en sus grifos durante algunas horas al día.
Hay algunas iniciativas dispersas del gobierno para aumentar el suministro de agua, como recolectar el agua de lluvia en cisternas en el techo. Sin embargo, la hazaña de suministrar agua a los 22 millones de habitantes a más de dos kilómetros por encima del nivel del mar requiere más creatividad, dijeron expertos, como reutilizar agua sucia.
El agua en los canales de Xochimilco está contaminada. El agua tratada que se bombea a los canales desde Iztapalapa contiene metales pesados, dijo María Guadalupe Figueroa, bióloga de la Universidad Autónoma Metropolitana.
Lo peor, dijo, es que los asentamientos ilegales en las chinampas desechan aguas residuales en los canales, lo cual afecta a los peces y los cultivos. Ahora, gran parte de la tilapia que se pesca desde los canales se usa como ingrediente en la comida para gatos y muchos campesinos cultivan flores en lugar de productos comestibles.
Cargando baldes desde una trajinera en el Embarcadero Zacapa, donde los embarcaderos rivales han acaparado el negocio. “La naturaleza está haciendo que paguemos lo que hemos hecho”, dijo un lanchero. Credit Adriana Zehbrauskas para The New York Times
A pesar de que está prohibido construir sobre las chinampas, cada vez más islas están siendo habitadas, dijeron residentes y expertos, pues los cultivos a pequeña escala se hacen menos competitivos y exigen el crecimiento de espacios residenciales. Hay cables que caen a través de canales más pequeños y suministran energía a casas de bloques de hormigón sin drenaje ni agua corriente. A unos metros de una casa, había botellas de cerveza que salían del lodo, y un resorte oxidado de colchón servía como cerca sobre el borde del agua.
Juana Altamirano, quien ha vivido durante años en una choza de contrachapado en lo que solía ser una chinampa cultivada por su padre y sus abuelos, tiene baños afuera de su casa con letreros que dicen “damas” y “caballeros” en las puertas de metal. Las aguas residuales, dijo “se van a la tierra y no hacen daño alguno”, una afirmación improbable pues vive en una isla llena de raíces y lodo.
Altamirano, de 57 años, admite que el agua del canal está contaminada. Sus nietos mayores aprendieron a nadar en el canal, dijo, pero estos días, el agua les causa erupciones a los nadadores.
“Aun así”, dijo, “respiramos aire puro”.
Con cada campesino que, como el padre de Altamirano, deja de cultivar las chinampas, “perdemos parte de nuestra identidad”, dijo Félix Venancio, un activista que intenta proteger las chinampas y tierras comunales, o ejidos, en San Gregorio, un distrito de Xochimilco.
El conocimiento del cultivo en chinampas “va de generación en generación”, dijo Venancio. “Lo estamos perdiendo”.
El Dr. Figueroa dijo que las autoridades estaban trabajando en un nuevo plan para preservar los pantanos, por lo que reunieron a académicos, campesinos, negocios y distintas ramas del gobierno.
A Xochimilco, que fue designado como Patrimonio de la Humanidad por las Naciones Unidas en 1987, no le han faltado planes de conservación a lo largo de los años, pero siguen estando a medias y los fondos “se pierden a lo largo del camino”, dijo Figueroa. “Hay muchísima corrupción”.
Se imagina que, sin una iniciativa seria de conservación, los canales se habrán acabado en diez a 15 años. Sin embargo, gran parte del daño era reversible, dijo, y agregó: “Aún es un pequeño paraíso”.
(Fecha de publicación 25022017 con información de NEW YORK TIMES